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miércoles, 24 de julio de 2013

UN GESTO SOBERANO

      Cuando al mediodía pude prender el televisor, el Papa Francisco estaba terminando la Misa en el Santuario de Aparecida. Lo vi y escuché la consagración que hizo a la Virgen y, al terminar, me queda imborrable el cariño con que tomó en brazos la pequeña imagen y la llevó, arropada, como se lleva a un bebé.
      Salió a la explanada, en la que le recibieron con desbordante entusiasmo cientos de miles de personas. Dijo unas pocas palabras en español (anunció que volverá en 2017, cuando se cumplirán 10 años de la histórica reunión del CELAM) y repitió lo que había hecho en el interior de la Basílica: con la imagen de Aparecida bendijo a la gente, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

      Su gesto soberano tiene, a mi modo de ver, especial importancia: así, con la extremada sencillez que caracteriza a las cosas de Dios, el Papa ha explicado la mediación materna de María.
      Quien tenga interés en profundizar en el tema, está invitado a pinchar aquí para leer la ponencia que presenté, en setiembre del año pasado, en el Congreso Mariológico Internacional que se celebró en Roma. Quisiera compartir este convencimiento: es la Virgen, y sólo Ella, quien puede sacarnos del bache que sufrimos. Lo hará, en la medida en que quede bien claro, ahora y para siempre, que es la Madre de todos los hombres y que se desvive intercediendo por nosotros.

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