Sábado 27, en la entrada de la Catedral de Río, antes de la Misa con obispos y sacerdotes
Martes 30 de julio de 2013. Son las 11 de la
mañana y vuelo desde Río a Montevideo. Estoy rodeado
de jóvenes uruguayos que duermen como benditos, literalmente, porque la gracia
de estos días les ha empapado el alma y están felices.
En el aeropuerto, una y otra vez han repetido
los mismos calificativos redundantes: ¡re-impresionante, re-lindo,
re-maravilloso!...
Tienen razón: si los adjetivos siempre resultan
pobres para describir experiencias de fe, solamente ese “re”, repetido mil
veces, puede dar a entender, aun en su pobreza, lo que ha sido esta Jornada
Mundial de la Juventud.
Cuando el Papa Francisco habla de sus
antecesores –especialmente de Benedicto-, usa la expresión italo-porteña es un
grande. Pienso que, hablando de él, este es el modismo que lo define.
Francisco es un grande por todo lo que dijo en
Río y por el modo en que lo dijo. Es un
grande porque sabe hablar a los jóvenes en el idioma que ellos entienden: les
dice la verdad y la proclama con entusiasmo. Es un grande también, porque nadie lo puede encerrar en lo “políticamente
correcto”: como Jesús, Francisco no hace
ninguna distinción de personas, ni en su hablar ni en sus destinatarios. Francisco
es humilde, no se deja servir y sirve a
todos: por eso es líder, por eso es un grande al que el mundo escucha porque
presiente y siente que no miente. El Papa es un grande porque en estos días,
como me dijo ayer un carioca, ha hecho un gran milagro: ¡un argentino conquistó
a todos los brasileños! No solo a ellos, al mundo entero.
Llegué a Río el jueves, casi de noche. El
primer encuentro con el Papa fue al día siguiente, en un Via Crucis
extraordinario que tuvo lugar a lo largo de Copacabana. Cada una de las catorce Estaciones fue una obra perfecta de escenografía y piedad, que ayudaba mucho a rezar siguiendo los pasos
de la Pasión y muerte de Jesús. Francisco estaba en la sede y
los obispos lo acompañamos desde el privilegiado lugar que nos estaba reservado
a menos de cien metros de él.
Al terminar la Via Sacra, el Papa habló a los jóvenes
(3 millones 200.000 los dos últimos días, cifras oficiales; un poco menos los días
anteriores), a cada uno de ellos. Les habló así: Yo te pregunto hoy a vos: vos, ¿como quién querés ser? ¿Querés ser como Pilato, que no tiene la valentía
de ir a contracorriente, para salvar la vida de Jesús, y se lava las manos?
Decime: ¿vos sos de los que se lavan las manos, se hacen los distraídos y miran
para otro lado, o sos como el Cireneo, que ayuda a Jesús a llevar aquel madero
pesado, como María y las otras mujeres, que no tienen miedo de acompañar a
Jesús hasta el final, con amor, con ternura?. Y vos ¿como cuál de ellos querés
ser? ¿Como Pilato, como el Cireneo, como María? Jesús te está mirando ahora y
te dice: ¿Me querés ayudar a llevar la Cruz? Hermano y hermana, con toda tu fuerza de joven
¿qué le contestás?
Escucho la voz de la azafata: estamos llegando a Montevideo y
hay que apagar los aparatos electrónicos. Mañana será otro día. Mañana, miércoles, comparto fotos.
Where are you coming from?... From Beijing!
Otros orientales.
Cidade maravilhosa!...
Sorrisos no Metro.
2 comentarios:
El Papa es UN GRANDE!!!!
Qué fotos lindas y divertidas !
Una cosa muy valiosa de esta JMJ para el mundo fue que mostró el colorido y la alegría de la juventud cristiana, y la juventud de espíritu y la "buena originalidad" del Papa Francisco. Rompe los estereotipos...
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