Es difícil obedecer. ¡Las veces que en las clases de Idioma
Español, en el liceo, me repitieron: “use el diccionario”! Más tarde, en la
universidad, el eco de esa advertencia llegaba aún con mayor fuerza: “¡el diccionario es una herramienta de trabajo!”… Pero cuesta hacer
caso.
Hace unos días, mientras pensaba cómo explicar mejor –pinche aquí y verá que ya lo expliqué- por qué voy a votar el 23 de junio, recordé el antiguo consejo, consulté el diccionario... y encontré lo que buscaba.
De la lectura de ambos textos se desprende:
1) que las materias que pueden ser objeto de un plebiscito son
las ahí referidas; los derechos humanos, en cambio, nunca se pueden someter a
plebiscito porque son derechos del ciudadano, anteriores al Estado;
2) el referéndum, a su vez, es un procedimiento previsto en la
Constitución para que el pueblo refrende, o no, una ley que está en vigor.
Si esto queda claro, pienso que se entiende bien qué es lo
que pretende la votación del próximo 23 de junio: afirmar mediante el voto directo
si queremos que se refrende la ley que promueve el aborto. Si el 25% de los
ciudadanos con derecho a voto se expresa por la afirmativa, entonces se
convocará el referéndum por el cual podremos derogar directamente esa ley que,
en lugar de dar soluciones a las mujeres, las empuja al crimen del aborto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario