Muy estimados integrantes de las instituciones y movimientos
Pro-Vida:
me dirijo a ustedes para
agradecerles, en primer lugar, el trabajo que vienen desarrollando en nuestro
país a favor de la vida, sobre todo de la que aún se encuentra en el vientre de
la madre, en la “dulce espera” hasta ver la luz del mundo.
¡Gracias de corazón! Me consta que no pocos de ustedes le
sacan horas al sueño, para dedicarlas a
formarse y a dar a conocer la maravilla de la vida humana y el respeto con el
que debe ser tratada y protegida por todos.
Sé que ante la dolorosa realidad de la ley que promueve el
aborto en el Uruguay, no han bajado los brazos y, más aún, que han redoblado
los esfuerzos para derogarla. Los felicito también por este empeño que, antes
de alcanzar su objetivo, ha obtenido otro muy importante: mantener despierta la
conciencia de nuestra gente, de que el aborto es un crimen nefasto. Juntamente
con esto, no pocos de ustedes están comprometidos en ayudar a las mujeres
embarazadas en dificultades, de manera que puedan traer al mundo el hijo que
esperan. Que Dios los bendiga en abundancia por tantos trabajos.
Para conseguir la derogación de la ley del aborto, ustedes
han optado por seguir un camino largo y perseverante: implicar a los que actúan
en la gestión de las leyes, a fin de que se comprometan en la defensa de la
vida. Quisiera animarlos a continuar en
ese esfuerzo, a seguir adelante, con la seguridad de que, más tarde o más
temprano, dará su fruto.
Los obispos del Uruguay, como saben, acabamos de exhortar a todos los uruguayos, sin distinción de credos ni de afiliaciones políticas, a
votar el próximo 23 de junio, con el fin de que se habilite la convocatoria del
referéndum sobre la ley que hoy permite el crimen del aborto.
Con esta exhortación no estamos plebiscitando el derecho a
la vida, puesto que, desde el momento en que ella es un don de Dios, nadie
tiene derecho a hacerla objeto de una votación. Lo que hemos hecho es
aprovechar una disposición constitucional, que permite derogar una ley injusta
y perniciosa.
Sé que integrantes de los movimientos Pro Vida han
manifestado su desacuerdo con nuestra opción a favor del referéndum, porque
entienden que anula el camino que emprendieron y porque piensan que, de llegar
a poder convocarse, se perdería esa votación.
La discusión sobre las distintas alternativas para conseguir
la derogación de la ley ha ocupado ya mucho tiempo… Solamente quisiera recordarles,
que para la resolución de los asuntos temporales puede haber muchas y
diferentes propuestas, respetables todas: de aquí que no tendría sentido
convertir en un asunto prácticamente dogmático una opción coyuntural.
Por lo demás –me dirijo ahora a quienes pertenecen a la
Iglesia Católica- si quienes tenemos en ella el encargo de guiar a los fieles, nos
decidimos por una determinada opción, ¿es mucho pedirles un voto… de confianza?
Los datos estadísticos pueden decir que un referéndum sobre el aborto se pierde,
pero incluso si así fuera, ¿no habría valido la pena el esfuerzo por esta
causa, la más humana y sagrada, que está más allá de lo religioso y de lo
político?
A quienes no estén de acuerdo con nuestra exhortación a
votar el 23 de junio, quisiera pedirles que, si consideran un asunto de
conciencia no hacerlo, no lo hagan. Pero, asimismo, les ruego que no alienten a
otros a no hacerlo: si vamos todos en una única barca, no es lógico navegar con
ella en una determinada dirección… haciéndole agujeros en el casco.
Gracias nuevamente, por todo el trabajo que llevan a cabo:
¡anímense, que tal como se ven las cosas, en el futuro habrá que trabajar todavía
más a favor de la vida!
Con todo afecto y con la seguridad de mi oración, me despido
de ustedes,
+ Mons. Jaime Fuentes
Presidente de la Comisión episcopal Familia y Vida
1 comentario:
Gracias Monseñor por su nota !
Dios le bendiga, inspire y dirija en todas las cosas
Publicar un comentario