Durante
los 46 años transcurridos desde que la Iglesia celebra, el 1° de enero, la
Jornada Mundial de la Paz, quizás nunca el Mensaje del Papa nos haya tocado tan
directamente a los uruguayos.
“Bienaventurados
los que trabajan por la paz” es el lema que propuso para la Jornada, y yendo
mucho más allá del obvio sentido de ausencia de conflictos armados, Benedicto
XVI hace ver que “la paz es principalmente la
realización del bien común de las diversas sociedades (…) Precisamente por esta
razón se puede afirmar que las vías para construir el bien común son también
las vías a seguir para obtener la paz”.
Enseguida,
un primer asunto que nos afecta en directo: “El camino para la realización del
bien común y de la paz pasa ante todo por el respeto de la vida humana,
considerada en sus múltiples aspectos, desde su concepción, en su desarrollo y
hasta su fin natural. Auténticos trabajadores por la paz son, entonces, los que
aman, defienden y promueven la vida humana en todas sus dimensiones: personal,
comunitaria y trascendente. La vida en plenitud es el culmen de la paz. Quien
quiere la paz no puede tolerar atentados y delitos contra la vida”.
Más
sobre el aborto y sobre los que lo promueven: “Quienes no aprecian
suficientemente el valor de la vida humana y, en consecuencia, sostienen por
ejemplo la liberación del aborto, tal vez no se dan cuenta que, de este modo,
proponen la búsqueda de una paz ilusoria. La huida de las responsabilidades,
que envilece a la persona humana, y mucho más la muerte de un ser inerme e
inocente, nunca podrán traer felicidad o paz. En efecto, ¿cómo es posible
pretender conseguir la paz, el desarrollo integral de los pueblos o la misma
salvaguardia del ambiente, sin que sea tutelado el derecho a la vida de los más
débiles, empezando por los que aún no han nacido? Cada agresión a la vida,
especialmente en su origen, provoca inevitablemente daños irreparables al
desarrollo, a la paz, al ambiente”.
¿Qué
decir del pretendido “matrimonio igualitario”? "También la estructura natural
del matrimonio debe ser reconocida y promovida como la unión de un hombre y una
mujer, frente a los intentos de equipararla desde un punto de vista jurídico
con formas radicalmente distintas de unión que, en realidad, dañan y contribuyen
a su desestabilización, oscureciendo su carácter particular y su papel
insustituible en la sociedad".
Alguien
podría pensar que el Papa se dirige solamente a los católicos, pero no es así: "Estos
principios no son verdades de fe, ni una mera derivación del derecho a la
libertad religiosa. Están inscritos en la misma naturaleza humana, se pueden
conocer por la razón, y por tanto son comunes a toda la humanidad. La acción de
la Iglesia al promoverlos no tiene un carácter confesional, sino que se dirige
a todas las personas, prescindiendo de su afiliación religiosa. Esta acción se
hace tanto más necesaria cuanto más se niegan o no se comprenden estos
principios, lo que es una ofensa a la verdad de la persona humana, una herida
grave inflingida a la justicia y a la paz".
Consecuencia
de lo anterior: "Por tanto, constituye también una importante cooperación a la
paz el reconocimiento del derecho al uso del principio de la objeción de
conciencia con respecto a leyes y medidas gubernativas que atentan contra la
dignidad humana, como el aborto y la eutanasia, por parte de los ordenamientos
jurídicos y la administración de la justicia".
Sugiero meditar completo el Mensaje del Papa. Lo
que transcribí es un botón de muestra… del traje hecho a medida para las uruguayas y los uruguayos.
1 comentario:
pienso que el artículo está muy bueno. No falta ni sobra nada. Algún día nos daremos cuenta, que si vivimos en una cultura de muerte, no podemos pretender que nuestros hijos hagan otra cosa. Le mando mis más afectuosos saludos y quisiera agregar aunque tal vez no sea necesario, aquella frase de "ladran Sancho, señal de que cabalgamos". No se deje intimidar ni se desmoralice por las críticas. Los seres humanos somos ingratos con fe o sin ella. Como ha dicho usted, que este año de la Fe sirva para saber bien en que creemos y en que no. Muchas veces opinamos por ignorancia.
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