Una noche de hace siglos, en una gruta,
una mujer da a luz a un niño …
Lo ve por primera vez y, contagiando la alegría a
su esposo,
exclaman los dos:
“¡es
Divino!”.
Dios quiso compartir la naturaleza humana,
para que podamos participar de su naturaleza
divina.
Cada niño, desde su concepción, es una imagen de
Dios.
Por eso, como María en Belén,
las madres repiten asombradas:
“¡es
divino!”.
Que cada mujer que espera un hijo sea bendita mil
veces
y reciba toda nuestra ayuda,
son los deseos del Obispo de Minas en esta
Navidad.
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