¿Por qué vino
Jesús al mundo?...
EN EL AÑO DE LA FE
¡MUY FELIZ NAVIDAD!
Era en Belén y era Noche buena la
noche.
Apenas si puerta crujiera cuando
entrara.
Era una mujer seca, harapienta y
oscura
con la frente de arrugas y la
espalda curvada.
Venia sucia de barro, de polvo de
caminos.
La iluminó la luna y no tenía
sombra.
Tembló María al verla; la mula no,
ni el buey
rumiando paja y heno igual que si
tal cosa.
Tenía los cabellos largos, color
ceniza,
color de mucho tiempo, color de
viejo antiguo;
en sus ojos se abría la primera
mirada
y cada paso era tan lento como un siglo.
Temió María al verla acercarse a
la cuna.
En sus manos de tierra, ¡oh Dios!, ¿que llevaría?...
Se dobló sobre el Niño, lloró
infinitamente
Y le ofreció la cosa que llevaba
escondida.
La Virgen, asombrada, la vio al
fin levantarse.
¡Era una mujer bella, esbelta y
luminosa!
El Niño la miraba. También la
mula. El buey
mirábala y rumiaba igual que si
tal cosa.
Era en Belén y era Noche buena la
noche.
Apenas si crujió la puerta cuando
se iba.
María al conocerla, gritó y la
llamó: “¡Madre!”
Eva miró a la Virgen y la llamó:
“¡Bendita!”
¡Qué clamor, qué alborozo por la
piedra y la estrella!
Afuera aún era pura, dura la nieve
y fría.
Dentro, al fin, Dios dormido sonreía
teniendo
entre sus dedos niños la manzana
mordida.
Antonio Murciano
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