Hace dos semanas que estoy en esta parte de acá del Atlántico: hoy, en Varsovia; el domingo pasado, en Czestokowa... Tengo tema para rato y, sobre todo, para dar gracias a Dios por este viaje que puedo hacer, caña de pescar en mano, con vistas a que algún sacerdote "pique" y venga a trabajar con nosotros. Hay mucha gente rezando por esta "pesca" y estoy seguro que dará buen resultado.
Tengo poco tiempo, entre una visita y otra, según el plan que me ha organizado mi amigo y sacerdote Stefan, argentino-polaco, y debo dejar para más adelante tantas cosas... Pero no puedo no contarles algo de la audiencia con el Papa en Castelgandolfo, el sábado pasado.
Los participantes en el Congreso Mariológico éramos unas trescientas personas de todo el mundo. Como se ve en la foto, casi llenábamos el patio. Si me preguntan de qué nos habló Benedicto XVI, los invito a entrar aquí, en este sitio oficial del Vaticano, aunque el discurso aún está solo en italiano. Fue precioso todo lo que nos dijo y con muchas consecuencias. Pero sólo quisiera animarles a rezar por el Papa, más intensamente, si cabe, de lo que seguramente ya rezan por él.
Lo digo porque noté especialmente su cansancio: no son pocos 85 años y el trabajo del Santo Padre es agobiante. Figúrense... Sábado de mañana, sol radiante, Lago de Albano, tiempo de verano... ¡Día ideal para el más que merecido descanso de toda la semana!... Nada que ver con la realidad.
Entramos en el patio del palacio pontificio a las 10.30; la audiencia estaba fijada para las 11. Empezó a correr el tiempo y el P. Battaglia, presidente de la Academia Mariológica Internacional, se acercó al micrófono para invitarnos a rezar... Rezamos todo el Rosario. Después hubo oraciones en varios idiomas, administradas con algunos silencios meditativos por medio... En resumen: el Papa llegó a las 12.15, después de recibir a varios obispos colombianos, "culpables" de su retraso.
En su mano derecha empuñaba el bastón, y mientras el Cardenal Amato, Delegado presidente del congreso, pronunciaba sus palabras de saludo, vi a Benedicto XVI cansado, cansado...
No es para menos. Pero leyó todo su discurso y, al terminar, saludó con la delicadeza de siempre a los que teníamos el privilegio... Delante de mí, un obispo de Costa Rica. Escuché el comentario del Papa: - ¡Ah, un paese mariano... Y a mí, cuando le digo que vengo de Uruguay, me sonríe y hasta mira con interés el folleto que le entrego con mi ponencia en el congreso... Y ya está el gentiluomo -así se llaman, en abierta contradicción...- tirándome de la manga para que deje el lugar al siguiente.
Ahora el Papa viaja al Líbano, no precisamente "de turismo". Y a mí, que después de recorrer algunos cientos de kilómetros por las carreteras polacas estoy un poco cansado, me da vergüenza...
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