Páginas

sábado, 25 de agosto de 2012

A DESALAMBRAR

Con motivo del post anterior he recibido varios comentarios que están publicados. Escuché también la tertulia de El Espectador sobre el tema y leí varios comentarios de prensa; los dos canales minuanos de TV me entrevistaron, así como una de las emisoras de radio.

En fin, una persona me dijo el otro día: - ¡Usted es un obispo mediático! Le respondí, aun con el riesgo de no ser bien entendido, que en realidad: soy un hombre de prensa que ha sido nombrado obispo. 

Es la verdad: me recibí de periodista hace la friolera de 45 años y, después de 6 años de ejercer la profesión, fui ordenado sacerdote. No me ha resultado difícil hacer compatible el sacerdocio y el periodismo. Obviamente, el sacerdocio es lo primero: celebrar diariamente la Santa Misa, dedicar muchas horas al sacramento del perdón de Dios, enseñar la doctrina de la Iglesia... Hacerlo oralmente o por escrito, por radio o por TV o en un blog, ¿qué más da? En todo caso, la etiqueta "obispo mediático" me parece que esconde un matiz de instrumentalización (fea palabra, pero no encuentro otra) de los medios, que no me gusta: es como si estuviera aprovechándome de ellos para "arrimar el ascua a mi sardina".

Los medios tienen una dinámica propia que siempre he tratado de respetar. Por ejemplo: distinguir los hechos de las opiniones; ser responsable de lo que uno dice o escribe; documentarse lo mejor que se pueda; respetar las fuentes; buscar  la objetividad.

- Bueno, puede decirme alguno, pero usted es cura; sus compromisos religiosos le impiden ser objetivo. Y le respondo que, en definitiva, todos tenemos compromisos, con Dios o con el diablo.  Dicho de otra manera, que es precisamente mi responsabilidad delante de Dios la que me empuja a tratar de buscar la verdad y de comunicarla como la veo. Con esto no niego que quien no tiene fe no pueda ser objetivo, entendámonos, o que lo acuse de estar comprometido con Lucifer... Lo que digo es que pensar que la fe distorsiona la realidad es un serio error, desde el momento en que el hombre es, sobre todo, un animal religioso y sólo así se le puede comprender a fondo. A su vez, pretender mantenerse en la actitud de quien sólo está comprometido consigo mismo, puede ser (no digo que lo sea infaliblemente) un tobogán hacia el cinismo. Y ya se sabe, como escribió Kapuscinski, que "Los cínicos no sirven para este oficio".

Me han preguntado en estos días, si yo iba a denunciar ante la Justicia la discriminación sobre la que escribí. Respondí que mi única pretensión  ha sido llamar la atención sobre un hecho, discriminatorio en mi opinión. Pienso que ya es hora de que le perdamos el miedo a "lo religioso". Si una expresión de culto atentara contra la moral o el orden público, la autoridad pública tiene no sólo el derecho sino el deber de intervenir. Pero, ¿por qué razón un colectivo de musulmanes no podrá orar en el Parque de UTE, cuatro veces en el día, orientados hacia la Meca? Siempre que no molesten a otros... ¿Por qué un grupo de evangélicos no puede reunirse en un salón a leer y comentar un pasaje de la Biblia? Y los judíos, y los budistas. ¿Por qué, en fin, no puede dedicarse una hora en un salón del Parque para celebrar una Misa? En nombre de la laicidad, ¿no estamos discriminando a Dios? La aconfesionalidad del Estado, ¿no deberá ser entendida con un criterio positivo?: sin optar por ninguna, el Estado reconoce que el pluralismo religioso es un hecho y social, bueno para la sociedad en su conjunto, y favorece su expresión pública. 

Nos preocupa, con razón, la violencia; y el número de suicidios; y el abuso del alcohol; y de las drogas. Nos preocupa la cantidad de embarazos de adolescentes; y de divorcios... Para encontrar soluciones, ¿no habrá que empezar a desalambrar los cercos que rodean a Dios?    

domingo, 19 de agosto de 2012

LA MISA DISCRIMINADA


            El verbo discriminar, según la Academia, tiene dos sentidos: seleccionar excluyendo es el primero; y, el otro,  dar trato de inferioridad a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, etc.
            Si una persona o una institución discrimina, es objeto de merecidas sanciones. Si lo hace un organismo estatal, por motivos religiosos para más datos, ¿no pasa nada?
            El viernes pasado di una conferencia en el Argentino Hotel de Piriápolis. Se trataba de un encuentro de familias, al que asistieron 150 matrimonios. Originalmente, esta actividad iba a tener lugar en el Parque de Vacaciones de UTE, a pocos kilómetros de Minas: hace meses, el Parque había ofrecido un buen precio y habían concertado realizar ahí el evento. Hasta aquí, todo normal.
            Pero no fue así. Cuando los matrimonios organizadores ya tenían todo decidido, programado y anunciado, reciben una comunicación que venía desde la Dirección misma de UTE en Montevideo, en la que decían que no, que no se podía realizar esa actividad en el Parque. ¿Cuál era el motivo?
            En el programa del encuentro, a una determinada hora estaba incluida la posibilidad de asistir a Misa, que se iba a celebrar en alguno de los varios locales que tiene el Parque. La Gerencia, como es natural, no había puesto ninguna objeción: iban a ocupar el hotel 300 personas durante un fin de semana, y sería una muy buena entrada económica; si quieren ofrecer sesiones de lectura del Corán o hacer meditación trascendental o celebrar Misa, ¿qué más da?
            Se ve que sí, que da. Ante la negativa de los superiores, la Gerencia del Parque se preocupó de pensar en otras alternativas (contratar ómnibus por cuenta suya para que pudieran venir a Misa a Minas, por ejemplo), tan bien intencionadas como insólitas, si se piensa con un poco de sentido común. Lo que estaba firme, por órdenes de arriba, era que Misa, en el Parque, no.
            Los organizadores se movieron, le dijeron chau al Parque  y contrataron el Argentino Hotel, encantado de poner a disposición lo mejor para recibir a 150 matrimonios.
            ¿Es o no es discriminación por motivos religiosos lo que hizo UTE? ¿Intervendrá la Justicia?
            Un recuerdo para terminar. En 1998, durante la visita del papa Juan Pablo II a Cuba, el P. José Luis Ponte y yo (él había ido enviado por una revista española; yo, por radio Nuevotiempo), celebramos Misa en el hotel Habana Libre, donde funcionaba la sala de prensa. Sólo recibimos facilidades, por parte del hotel, para prepararla y celebrarla. Además de periodistas, asistieron varias empleadas y empleados del hotel que, al terminar la Misa, no paraban de darnos las gracias: estaban felices. Fue en el hotel Habana Libre, repito.               

miércoles, 15 de agosto de 2012

LA MADRE QUE TENEMOS EN EL CIELO


             En el centro del mes de agosto, la contemplación de la Virgen Santísima nos llena de alegría y da calor al alma: ¿qué es si no, la certeza de saber que vive en cuerpo y alma en el Cielo, y que cuida de cada uno de sus hijos con inmenso amor?
            Es lógico pensar en la Virgen y preguntarnos si, para ser llevada a la gloria de Dios, habrá pasado por la muerte. El Beato Juan Pablo II decía que reflexionando en el destino de María y en su relación con su Hijo divino, parece legítimo responder afirmativamente: dado que Cristo murió, sería difícil sostener lo contrario por lo que se refiere a su Madre.
            ¿Cuál habrá sido, entonces, la causa de la muerte de María? El mismo Papa enseñaba que, más allá del hecho en sí, el tránsito desde esta vida a la otra fue para María una maduración de la gracia en la gloria, de modo que nunca mejor que en ese caso la muerte pudo concebirse como una “dormición”.
            Nos llena de consuelo saber que la Madre que tenemos en el cielo nos cuida ahora y, en la hora de nuestra muerte, estará dándonos paz y nos acompañará a la presencia de Dios.


            Es importante conocerla, tratar de imitar sus virtudes, introducirnos en el “secreto” de su vida santa. Las únicas palabras que conserva el Evangelio, en las cuales María se dirige a los hombres, son las que les dijo a los que servían el banquete de casamiento en Caná. Frente a la aparente negativa de Jesús a su petición –no tienen vino, expuso Ella; todavía no ha llegado mi hora, respondió su Hijo- la Virgen les pide y nos pide: hagan lo que Él les diga. Este es el “secreto”: cumplir, llevar a cabo la voluntad de Jesús.
            Nos falta fe y confianza en Dios. Cuando hablamos de su Voluntad, no es raro que la interpretemos en términos de desagrado, o de desgracia… No es así. Lo que dijo Jesús a los servidores fue, sencillamente: llenen de agua las tinajas. Y comenta san Juan que las llenaron hasta arriba, es decir, que cumplieron perfectamente lo que Dios quería. El resultado inmediato fue fantástico: centenares de litros de un vino extraordinario.
            Nada fuera de lo común hubo en la vida de la Virgen. Los verbos que conjugó fueron todos domésticos: cocinar, lavar, limpiar, coser, cuidar a Jesús, atender a José, hacer favores, estar pendiente de sus amigas… Fue todo agua corriente, por así decir, que se transformó en vino de santidad por el amor con que lo hacía.
            Nosotros, minuanos, tenemos en el Verdún a la Madre Inmaculada, venerada por  los uruguayos. En la fiesta grande de su Asunción en cuerpo y alma al cielo, quisiera animarlos a alimentar el deseo de que no nos gane nadie en el amor a la Virgen. Ella tiene derecho a esperarlo de nosotros; y no sólo el Uruguay, sino el mundo entero, necesita especialmente que Ella se muestre como Madre. Por eso, mientras tratamos de hacer lo de cada día con mucho amor y conjugamos nuestros verbos hasta arriba, le pediremos en particular que ruegue por nosotros ahora, que nos hace mucha falta.
            Les invito a rezar con devoción -en familia, si es posible- el Santo Rosario, meditando sus misterios y metiendo en ellos las intenciones que llevamos en el corazón: nuestra patria, sus familias; nuestros legisladores… El Papa, los obispos, los sacerdotes, las vocaciones… 

jueves, 9 de agosto de 2012

DE POLVOS Y LODOS (fin)



      Esta es mi última reflexión del retiro, que interrumpí hace un par de semanas.
Para que los lodos empiecen a disolverse, pienso que habría que sacar del sepulcro una palabra que, de tan enterrada hace tantos años, casi no se reconoce.
       Estamos todos de acuerdo en que hay cuatro puntos cardinales (viene del latín cardo-cardinis = gozne, bisagra…) para orientarse en el espacio: norte, sur, este y oeste. Y cuatro son también las referencias necesarias para que el hombre, toda persona, forje su personalidad completa. De ellas ya hablaba Aristóteles, que llamaba virtudes a esos puntos cardinales para orientar la existencia, de manera de realizar la propia vida: la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza.
      No sé por qué razón, la palabra virtud se ha diluido y sólo se habla de valores: de la falta de valores, de que hay que educar en valores… Nuestro prócer nacional, en cambio, insistía: Para que triunfe la justicia, se ha de castigar el vicio y premiar la virtud. Los magistrados deben ser enérgicos, garantidos en sus virtudes.
       Como la virtud se ha borrado y no sólo no se educa en la templanza (virtud que te defiende de ti mismo, que te lleva a saber ponerte límites), sino que se fomenta el disfrute de todo a lo loco, sin medida en la comida (¡comiendo soy una bestia!), en la bebida (¿vino, cerveza, whisky?: - Sí, en ese orden está bien), en el uso del sexo (lo importante es tener sexo seguro y placentero, así que, chicas y chicos, ¡aprendan bien todas las formas de practicarlo!), ¿cómo sorprenderse de la violencia doméstica, de los acosos sexuales, de la violencia en la vida diaria?...
       Parecería ignorarse que venimos al mundo con una inclinación de fábrica que nos manda cuesta abajo… - ¡Es divino, me lo comería!, dice la mamá cuando el nene tiene 3 o 4 años. Al llegar a los 13 o 14 se pregunta seriamente: - ¿Por qué no me lo habré comido?...
        Que los hombres (y las mujeres, claro), por tanto, necesitamos que nos eduquen para ejercitarnos en las virtudes humanas (las cuatro cardinales y sus anexas como la generosidad, la veracidad, la sencillez, la laboriosidad, la sobriedad, el dominio de sí y otras muchas), es algo de cajón. Y también lo es que, con una buena base de esas virtudes y con la gracia de Dios, podemos llegar a alcanzar… ¡otra que la medalla de oro!  
       Como me parece que ya terminó el retiro presidencial, también termino yo, no sin antes recomendar leer lo que dice sobre este tema de las virtudes el Catecismo de la Iglesia Católica. Pinchar aquí. 
       La pregunta original que motivó estas reflexiones fue: "¿Qué nos está pasando"? La destemplanza generalizada no es la única causa de la violencia que padecemos, pero sí me parece un factor importante. Pretender reducirla mediante el cultivo estatal de la marihuana, pienso que nos llevará en no mucho tiempo a preguntarnos: "¿qué nos está quedando?"Recemos para que la UTE del Cielo nos dé un poco más de luz.
             


sábado, 4 de agosto de 2012

TENÉS RAZÓN, RICARDO ARJONA

En el guirigay en el que estamos zambullidos (marihuana estatal, legalización del aborto...), la canción de Ricardo Arjona hace pensar. Público sugerido: chicas y chicos que juegan a "hacer el amor" y legisladores.