El papa Benedicto XVI acaba de declarar las virtudes heroicas de Mons. Álvaro del Portillo. Me da una gran alegría esta noticia. Recuerdo ahora el comentario que me hizo un seminarista cubano en 1998, durante el viaje en taxi que hicimos desde el Seminario San Carlos, en La Habana, hasta la Nunciatura Apostólica, donde se alojaba el papa Juan Pablo II. - ¿Usted conoció a monseñor Del Portillo? - Sí, claro. - ¿Usted no cree que era tan santo como el fundador del Opus Dei? - ¿Por qué te parece? - Porque sólo así se explica que un hombre con una inteligencia como la suya, haya permanecido ¡40 años! al lado del Fundador, trabajando en silencio, ayudándolo sin hacerse notar... ¡Hace falta ser muy humilde!, ¿no cree? Y después, ponerse al frente del Opus Dei y seguir las huellas del beato Josemaría con toda fidelidad... No sé, para mí que es un gran santo.
Yo no agregué nada; lo dijo todo aquel muchacho, que hoy es sacerdote en Pinar del Río, en Cuba.
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