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jueves, 28 de junio de 2012

DON ÁLVARO, VENERABLE


El papa Benedicto XVI acaba de declarar las virtudes heroicas de Mons. Álvaro del Portillo. Me da una gran alegría esta noticia. Recuerdo ahora el comentario que me hizo un seminarista cubano en 1998, durante el viaje en taxi que hicimos desde el Seminario San Carlos, en La Habana, hasta la Nunciatura Apostólica, donde se alojaba el papa Juan Pablo II. - ¿Usted conoció a monseñor Del Portillo? - Sí, claro. - ¿Usted no cree que era tan santo como el fundador del Opus Dei? - ¿Por qué te parece? - Porque sólo así se explica que un hombre con una inteligencia como la suya, haya permanecido ¡40 años! al lado del Fundador, trabajando en silencio, ayudándolo sin hacerse notar... ¡Hace falta ser muy humilde!, ¿no cree? Y después, ponerse al frente del Opus Dei y seguir las huellas del beato Josemaría con toda fidelidad... No sé, para mí que es un gran santo.

Yo no agregué nada; lo dijo todo aquel muchacho, que hoy es sacerdote en Pinar del Río, en Cuba.



domingo, 24 de junio de 2012

DE POLVOS Y LODOS (1)


         El presidente de la República ha convocado a toda la sociedad a hacer un Retiro Ignaciano en toda regla: el Retiro Ignaciano (desde sus orígenes dura 30 días) es un tiempo fuerte de encuentro con Dios y con nosotros mismos para revisar cómo está nuestra vida y plantearnos algunas preguntas fundamentales:¿para qué vivo?, ¿qué sentido tiene mi vida?,¿qué quiero?,¿hacia dónde voy?  (Del sitio web de la Universidad de Córdoba).
         
En su discurso del 19 de junio, el presidente se dirigió a toda la sociedad, las organizaciones sociales, instituciones deportivas, a las empresas, sindicatos, a los distintos estamentos del Estado, desde las oficinas hasta las empresas públicas, desde los distintos escalones de la enseñanza, desde allí donde se sientan los niños, que dedique un mes entero a esta reflexión, que se coloque el tema de cuidar la vida como primer tema cotidiano a considerar, a darle valor en todas sus formas y variantes.

Arrancamos mal. ¿Cómo es posible que en la invitación al retiro haya ignorado olímpicamente a la Iglesia Católica, a todas las Iglesias y a todas las Confesiones religiosas? Si de algún tema podemos opinar con conocimiento es, precisamente, del que le preocupa al presidente de la república. ¿Hasta cuándo los creyentes cristianos uruguayos -la inmensa mayoría de la población-  vamos a padecer esta discriminación? No obstante, sigamos.

¿Qué nos está pasando?, se preguntaba en su discurso. ¿Por qué tanta violencia? ¿Por qué tanta dificultad para lo elemental: aprender a convivir? Como hipótesis de respuestas planteó las siguientes: tal vez estamos pagando el precio de alguna vieja fractura en nuestra sociedad; tal vez no pudimos aprehender  problemas que estaban en la base de la sociedad; tal vez no hemos sido lo suficientemente solidarios; o tal vez las preocupaciones cotidianas no nos dejan pensar en las fundamentales.

Me detengo en las dos primeras hipótesis, que en mi opinión van juntas. La fractura de nuestra sociedad, en efecto, es vieja, se remonta hasta fines del siglo XIX y principios del XX. Se produjo cuando los gobernantes de turno, sabiendo que la sociedad uruguaya estaba enraizada en la fe en Jesucristo y en la Iglesia Católica (no era un "problema", sino una convicción religiosa que sustentaba a nuestra sociedad) decidieron rechazarla y prohibirla en la formación de nuestros niños y jóvenes. Es más, quisieron erradicarla y convirtieron su celebración anual más relevante, por una semana de vacaciones movible (único país en el mundo) dedicada al turismo. E ainda mais. Optaron también, hace más de un siglo, por incorporar a nuestro ordenamiento jurídico el “avance social" del divorcio: desde la sola voluntad de la mujer hasta las 11 causales por las que hoy se puede romper el matrimonio.

Tiene razón, pues, el presidente, cuando piensa en la fractura que sufrió nuestra sociedad: la institución familiar y la educación religiosa de los hijos, que son los pilares de una sociedad armónica, no sólo no han sido fomentadas desde el estado, sino que este mismo estado que hoy se pregunta por boca de su presidente ¿qué nos está pasando?, las ha combatido con saña. Con razón dice el refrán: Aquellos polvos traen estos lodos. ¿No habrá llegado el momento de plantearse honradamente estas cosas?

A medida que continúe mi retiro espiritual, compartiré mis reflexiones. Y espero las de ustedes.     
              

sábado, 16 de junio de 2012

ESO DEL URUGUAY PROFUNDO (2)




Silencio infinito del Cebollatí. 

      Si hablamos del Uruguay profundo, creo que Cebollatí está en pole position. Decirlo así puede sonar a ironía; lo hago sólo por colorear una realidad tan dura y silenciosa como el río que le da nombre a un pueblo que vive aislado y sin horizontes.
       Cebollatí tiene solamente una carretera, un cordón umbilical de tierra amasada, que lo une a Lascano, es decir, a la vida. Del otro lado, al final del pueblo, el silencio del río -estruendoso- parece haber contagiado a los ¿1.500? habitantes del lugar: dicen que en Cebollatí no hay ningún lugar para “hacer algo” (es verdad), que no pasa nada (también lo es), que no hay nadie dispuesto a emprender cualquier cosa (¡ay, mi Dios querido!)… Y, a medida que vas hablando con la gente, un drama supera al anterior…



El banco de la plaza espera a alguien...

       Una mujer ve al obispo en la plaza del pueblo y se acerca a contar: que tiene 7 hijos, ¡todos con el mismo hombre!, dice con orgullo; que ha hecho de todo en su vida: trabajó, levantó los bloques de la casa en la que viven -¡mire qué músculos tengo! (también es verdad)-; crió a los hijos… Y su marido, alcohólico, ¡palo y palo! –Y usted se preguntará por qué sigo con él, ¿verdad? ¡Por mis hijos! Porque pienso que para ellos es mejor que estemos juntos, aunque yo tenga aguantar tantas cosas, ¿no le parece?

        En Cebollatí hay una policlínica, un respirito de esperanza. Dos mujeres, presidenta y secretaria de la comisión de apoyo,  reciben al obispo con una cortesía extraordinaria y le piden que las acompañe: quieren enseñarle los consultorios que han podido hacer, el microondas nuevo y la heladera nueva, que lucen en la cocina. Están felices porque lo han hecho ellas, moviendo no sé cuántas voluntades…

        La capilla de Cebollatí está dedicada a una advocación de la Virgen, que en este contexto de bajón deberá cederle el sitio a otra: Nuestra Señora de los Dolores deberá cambiarse por Nuestra Señora de la Esperanza, o de la Alegría, o del Amor Hermoso. Queda pendiente.
No obstante, en esa capilla encuentra el obispo a los niños de la catequesis y, como siempre, el panorama es otro. Guadalupe tiene siete años y funciona a la velocidad de la luz. Razona con exactitud: – Tú me dijiste –se dirige a Luis, seminarista- que María es la Madre de Jesús. Si Jesús es Dios, como también me dijiste, y es el Hijo de Dios que nació de María, ella es la esposa de Dios, ¿o no?

 Elena, profesora por vocación, por estudios y de corazón, ayuda en la catequesis. Es de Cebollatí y lo que quiere es dedicarse a enseñar ahí, en el pueblo, donde el ambiente está de pesimista para abajo. ¡Grande, Elena!  

         El obispo va a la sede de la Junta local, que aún no está formada. Dos empleadas están felices por la inesperada visita. Una de ellas tiene máquina de fotos y quiere sacarse una con el obispo; la sigue su compañera. Un empleado deja su escritorio, saluda con afecto y cuenta que la ilusión de su vida es poner una imagen de la Virgen en la entrada del pueblo, pero que todo cuesta una barbaridad, que nunca lo consiguió, que en Cebollatí es muy difícil hacer algo… Y, mientras los demás están conversando parados (obispo, párroco, empleadas), él se derrumba en un sillón, abatido por el peso de tantas dificultades.

          Después se dieron otras circunstancias y el obispo no pudo visitar el liceo, como estaba previsto. Una lástima, porque le hubiera gustado mucho hablarle a los chicos de trabajo, de esperanza, de servicio… y contestar a todas sus preguntas sobre Dios, que quiere, sin duda, tener más espacio en Cebollatí.  

         Laguna Merín, a 27 kilómetros de Cebollatí. El P. Leo y Luis abren horizontes de esperanza.

viernes, 8 de junio de 2012

ESO DEL URUGUAY PROFUNDO




           Estuve una semana en Lascano, Velázquez, Cebollatí, San Luis al Medio y Alférez, de Visita pastoral. En este tiempo de bonanza económica, cuando a todas horas somos víctimas del acoso sésamo-ábrete-a-la-felicidad que ofrecen las tarjetas de crédito, estas dos historias que conocí en Lascano (hay en cantidad, en nuestro Uruguay profundo) pueden ayudar a mantener el alma despierta.

          PRIMERA. Las cortezas de eucaliptus que están primer plano se llaman costaneros. Los venden a 15 pesos cada uno, para fabricar refugios elementales. Encima de uno de ellos está el esposo de Stephanie. Lo encontré serruchando uno de los cuatro postes principales que sostienen la estructura del que será su rancho.
          Stephanie me habló entusiasmada del terrenito que habían conseguido para hacerlo, de la fe en Dios que lo puede todo; de los 4 mil pesos que pagan ahora por una habitación y que ya no van a pagar porque tendrán su casa...
          Tiene tres hijos. La mayor, de 14 años, sufre un retraso psíquico importante. "Pero estamos todos juntos", dice la madre con orgullo. El más pequeño tenía hambre y Stephanie sólo podía ofrecerle el pecho.


       Las separaciones que dejan entre sí los costaneros, se cubren con el nylon de grandes bolsas de arroz. Hay esperanzas de que pronto lo conseguirán, así como las chapas para el techo. También habrá que hacer el piso del rancho, porque ahora es puro pasto. "Pero vamos a seguir juntos", repetía la madre subrayando lo importante...


       SEGUNDA. Cuesta trabajo creer que aquí se pueda vivir. (Se sobrevive, en verdad). La mujer de Carlos, sentada en el hall-estar-cocina de la "casa",  era un monumento a la resignación.


           Hace un par de meses, un ventarrón se llevó el techo. Lo sustituyeron por el nylon al que me referí. No es muy estético el resultado y, como protección, deja bastante que desear. Pero es lo que hay, ¡valor! (Lo tienen, doy fe). 

         En el único cuarto del rancho, encima de la cama, hice un descubrimiento: durmiendo como un bendito, un bebé, tercer hijo de Carlos y el primero de su actual pareja. ¿Qué será de  este niño?

                             
      Gracias a Cáritas y al Club de Leones (ya llegaron las chapas para el techo), la subsistencia del niño y de sus padres está  asegurada: la subsistencia, no más que eso.
      El P. Leo, párroco de Lascano que también atiende las capillas de San Luis y Cebollatí, ayuda como puede en lo material, al tiempo que entrega cada día gotas de buen humor y de esperanza a tantos hombres y mujeres de nuestro Uruguay profundo, que no conocen las tarjetas de crédito: viven al día, con lo puesto y confiados en la Providencia.
     Ya sé que se puede hablar y discutir hasta el cansancio sobre las causas de estas situaciones. En todo caso, por favor no sigas de largo cuando encuentres, padeciéndolas, a uno de tus hermanos: te lo pide Jesús.








VATIERRORES



martes, 5 de junio de 2012

ESO DE LA ACTUALIDAD...

            Esto de "la actualidad" tiene sus bemoles, sobre todo en estos días y en lo que se refiere a la información sobre el Vaticano. El Papa ha estado el fin de semana en Milán, en el Encuentro Mundial de las Familias, ha sido recibido, acogido, escuchado y aplaudido por un millón de personas... y poco y nada es lo que se ha informado: la atención de la prensa está concentrada en los vatileaks y en la tensión despertada por el mayordomo infiel... y por los mayores que él. 
   Es una pena, porque Benedicto XVI ha dicho cosas preciosas en Milán, que ampliaron, en suma, lo que aquí, en Montevideo,  nos dijo Juan Pablo II a los uruguayos: son las familias cristianas las que harán que nuestro mundo vuelva a sonreír. 
      Esta certeza es mucho más importante que el mayordomo y sus cómplices, qué duda cabe. Acabo de terminar una Visita pastoral a la parroquia de Lascano, que abarca Velázquez, Alférez, San Luis al Medio y Cebollatí. NADIE me preguntó ni comentó nada sobre cardenales, obispos, curas o laicos traidores. Sobre la familia, en cambio, recibí consultas en cantidad: de mujeres, sobre todo, preocupadas por cómo educar a sus hijos ¡de 2 años para arriba! y de matrimonios con proyectos por los cuales rezo. Ya iré hablando de impresiones más concretas.
     Por lo demás, reconociendo que "la actualidad" vaticana es algo más que dolorosa,  la historia enseña no sólo que la barca de la Iglesia no se hunde, sino que, después de una tormenta, sale el sol y navega alegre por los mares de este mundo.