Quiero invitarlos a prestar atención a estos tres
números: 2, 19 y 22. No piensen que es una “fija” para la quiniela… Son tres
fechas de referencia para este mes de febrero de 2012. Es importante, a lo
largo del año, sintonizar el alma con el ritmo que marca el calendario
litúrgico, el del tiempo de la Iglesia, que es el tiempo de Dios.
Abrimos el mes acompañando a la Virgen y a San José
hasta Jerusalén. Van –vamos- a presentar al Niño en el templo, según lo señalado
en la ley de Moisés. Inesperado por completo, un anciano, Siméon, toma al Niño de
brazos de su Madre y, chocho de alegría, alaba a Dios diciendo que ahora ya
puede él irse en paz de esta tierra, porque ha visto la Luz del mundo, el redentor
esperado durante siglos. Anuncia también a María, que Dios ha querido asociarla
de tal manera al plan de salvación de los hombres que, para redimirlos, deberá
compartir con Jesús el dolor: “una espada atravesará tu alma”. Misterio de amor
el del Padre, que ha decidido que vayan juntos el Hijo con su Madre; la alegría
con el dolor; la luz con la cruz.
El 19 no es una fiesta litúrgica, sino un encuentro de
las familias minuanas (encuentro ni exclusivo ni excluyente, que quede claro:
están todos invitados) con la Virgen del Verdún. Como todos los 19, a las 8 de la mañana
subiremos al cerro rezando el Santo Rosario: tenemos una cita fijada con
nuestra Madre y no podemos fallarle. Cada uno lleva a la Virgen sus intenciones
personales… Quisiera pedirles, no obstante, que le encomienden especialmente
tres cosas: que en este año, en el que en octubre comenzará el Año de la Fe, nos
ayude y enseñe a tener más devoción a la Eucaristía; que despierte en muchos
corazones jóvenes el deseo de seguir a Jesús como sacerdotes; que podamos dar
el “puntapié inicial” al santuario del Verdún. (*)
El 22, finalmente, marcará el comienzo de un tiempo
fundamental para todos y cada uno en la Iglesia: arranca la Cuaresma. Es el
inicio reiterado de la llamada de Dios a sus hijos para que vuelvan a casa,
para que nos convirtamos. Les sugiero meditar este plan cuaresmal que proponía
san Josemaría Escrivá, y sacar las consecuencias oportunas: durante la Cuaresma,
“para facilitar la labor de la gracia de
Dios (…) hace falta: mantener el alma joven, invocar al Señor, saber oír, haber
descubierto lo que va mal, pedir perdón”. Es todo un programa.
(*)
Caigo en la cuenta de que el 19 cae en domingo: ¡difícil encontrar a alguien a
las 8 de la mañana! Entonces, subiremos al Verdún el sábado 18.
3 comentarios:
como siempre nuestra iglesia no alienta a quienes x distintas razones no tenemos los sacramentos..siempre los comunicados son para quienes estan en regla...no importa como...total ...comulgan...es asi q cada dia son menos la descriminacion duele...sera q pocos se salvaran?.o sera q los obispos tendran q abrir la mente.
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