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miércoles, 22 de febrero de 2012

LA LLAMA ENCENDIDA


Hoy empieza el tiempo más apropiado del año para decidirse a dar un cambio en la propia vida. Por supuesto que, sin la ayuda de Dios, uno puede hacer muchas cosas: puede hacer un régimen para adelgazar; puede correr por la rambla; puede aprender chino... Pero un cambio de actitudes de fondo, de mirar a las personas y a las cosas más serenamente, más seriamente y al mismo tiempo con mejor humor; conseguir cambiar, tanto como para tomarse en serio que estamos predestinados a ser santos, esto sin la ayuda de Dios es imposible y,  por el contrario, es bien realizable con la ayuda que Él nos da en el tiempo de Cuaresma. 
  
Sobre este tema trata la Carta Pastoral (es una carta coritita, advierto para bien de  los posibles lectores) que acabo de publicar. Está dirigida a la Diócesis de Minas, pero es de acceso libre... Se titula La llama encendida.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Muchas gracias, Monseñor, por esta carta. Cortita, concreta, muy clara. Eso no quiere decir que todo sea fácil de llevar a la práctica, pero lo intentaremos, con la ayuda de Dios.

Anónimo dijo...

muy linda la carta pero...quienes no tenemos los sacramentos nos sentimos afuera de tal estructura..¿cuando una carta q nos tengan en cuenta?

Anónimo dijo...

No entendí mucho a qué se refiere el segundo Anónimo, con lo de "quienes no tenemos los sacramentos".
No me quiero meter en lo que no me compete, pero si se trata de una persona que vive en un lugar donde no hay atención sacerdotal, le sugiero dirigirse directamente al Obispo, para pedirle que, en lo posible, ponga remedio a esa situación.
Si en cambio se refiere a que no pertenece a la Iglesia católica, y por eso no tiene los sacramentos, hay que tener en cuenta dos cosas: 1) las cartas pastorales de los Obispos suelen ir destinadas a sus fieles, a los católicos (lo cual es más que lógico y no implica ningún desprecio por los demás); y 2) la Iglesia tiene los brazos abiertos para quienes deseen acercarse a los sacramentos, empezando naturalmente por el Bautismo.
Sin pretender ser exhaustivo, se me ocurre una tercera posibilidad: que se refiera a los católicos que, estando casados válidamente, han contraído segundas nupcias. La Iglesia no les niega los sacramentos: tienen nada menos que el Bautismo, en muchos casos la Confirmación y han recibido tantas veces la Eucaristía, además del Matrimonio, pero ellos, por los motivos que sean, con su divorcio y nueva unión, se han alejado de la Comunión: no es que no quiera: es que no puede la Iglesia admitirlos a la Confesión o la Eucaristía. Pero no les cierra las puertas: hay también caminos para ellos: les recomiendo la lectura de la encíclica Familiaris Consortio, n. 84: http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/apost_exhortations/documents/hf_jp-ii_exh_19811122_familiaris-consortio_sp.html

M. Inés dijo...

Muchas gracias por su carta y por hacerla extensiva para los "no minuanos"!

Rezo especialmente por Ud. hoy
¡Muy feliz Cumpleaños!