Habíamos quedado en volver a la imagen del SEÑOR DE LA JUSTICIA, que se venera en el convento de Santo Domingo, en Lima. Quien quiera saber detalles de su historia, pinche aquí. Pero quisiera invitarles, más bien, a hacer un rato de oración, mirándola y siguiendo los pasos tradicionales de la "Lectio divina": 1) Lectura: ¿qué dice la imagen? 2) Meditación: ¿qué me dice a mí? 3) Oración: ¿qué me hace decirle a Dios? 4) Contemplación: ¿a qué conversión me invita? Naturalmente, este rato de oración está abierto a lo que cada uno de ustedes quiera aportar: nos enriqueceremos mutuamente.
1. Jesús está sentado en un trono de plata. Vestido de blanco y oro, colores propios de la realeza: es Cristo Rey y "está sentado a la derecha del Padre". Es la suya una actitud majestuosa; en su muñeca izquierda, el cordón real. Pero... ¡su corona de Rey es de espinas! Por su frente corren leves hilos de sangre, recuerdo de lo que sufrió. (¿O de lo que sufre?)
2. Me impresiona el rostro de Cristo Rey. Me mira con ojos por completo abiertos, que atraviesan todos los pliegues del alma. "Yo soy la Verdad". Ante esa mirada suya no hay lugar para el engaño, ni para el disimulo, ni para la disculpa... Su boca está abierta: ¡Él tiene derecho a juzgarme! Me está diciendo la verdad sobre mí mismo: mis actos libres, mis omisiones, mis pensamientos...
3. Ahora, porque Él conoce mi verdadera verdad, sólo me siento capaz de apelar a su misericordia: ¡Señor, ten misericordia de mí!.
4. "Ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos". Tengo que recordarlo a todos: Él es el Señor de la Justicia. Tengo que recordarlo a quienes viven como si Dios no existiera; a quienes hacen las leyes; a quienes desconocen que en Él se conjugan, misteriosamente, la misericordia y la justicia. Tengo que ser el "primer contemplador de su rostro", como pedía el Beato Juan Pablo II. Tengo que dedicar tiempo a esta tarea de Amor. Tengo que... Quiero que...
1 comentario:
El Señor de la Justicia me hizo un milagro... El caso es que a mi esposo lo involucraron en un enorme problema del cual era inocente, ello por envidia y querer apoderarse de sus terrenos de cultivo. La primera vez que viajé a la Ciudad de Trujillo conocí una linda Iglesia y en la primera vez que entre me impresionó una imagen y era la del Señor de la Justicia y de todo corazón le pedí que se haga justicia con mi esposo... a los dos días me dieron la sorpresa que se había solucionado el problema y quedaba limpio de polvo y paja.. Desde entonces somos muy felices y es nuestra guía el SEÑOR DE LA JUSTICIA. NO ME CANSARÉ DE DARLE LAS GRACIAS.
Publicar un comentario