Estoy en Minas, zambullido en distintas cosas, como es de imaginar: un mes de ausencia... Pero no quiero dejar solamente en mi memoria algunas impresiones de este viaje. Entre ellas destaca el encuentro con Mercedes Salisachs, de quien he escrito más de una vez en este blog.
Con sus nietas Alejandra y Josefina y su biznieto José María.
El día 24 pasado, fiesta de Nuestra Señora de la Merced, patrona de Barcelona, la "amistad electrónica" que tenía con ella desde hace una década, adquirió carácter personal, gracias a Dios y a la Virgen. Considero realmente un regalo del Cielo haber podido celebrar la Santa Misa en su casa, el día en que festejaba su santo, y compartir con ella el almuerzo.
En marzo de este año, cuando publicó su cuento El cuadro, se reprodujo no pocas veces que Mercedes Salisachs es "la escritora en activo más longeva del mundo". Bueno, con sus 95 años recién cumplidos, sigue escribiendo.
Pasando de la silla de ruedas a un sillón y sirviéndose de la mano izquierda paralizada para sujetar el papel, con la derecha escribe tres o páginas por día, que su nieta Alejandra transcribe en la computadora para que pueda corregirlas: lleva más de 200 y espera llegar a unas 450. (Durante el almuerzo Mercedes me contó el argumento de su novela -el protagonista es un sacerdote y no digo más- con la ilusión deliciosa de una madre primeriza).
Me contó Alejandra que, negando con creces las teorías actuales de que hay que hacer deporte o sí o sí, su abuela nunca se ha movido (sólo practicó equitación hace muchos años) y, hasta los 80, fumaba (y fumaba bien) siempre con boquilla, con la elegancia propia de la mujer de su clase.
Le pregunté a Mercedes cuáles eran los autores que más le han influído y, después de mencionar a Santa Teresa y a Cabodevilla, añadió como algo obvio a la Biblia. Y agregó: - Pero, sobre todo, lo que yo he hecho es meditar mucho, orar. Dedicaba dos o tres horas diarias a la meditación. Ahora, un poco menos quizás...
Antes de irme fui a su habitación. Alejandra me enseñó un pequeño placard que está a los pies de la cama de Mercedes. Pude ver entonces las fuentes de su energía excepcional: el placard esconde un altarcito presidido por un crucifijo y una imagen de la Virgen con el Niño. Después de rezar, Mercedes Salisachs se duerme con las dos puertas bien abiertas, de par en par.
1 comentario:
Bufff, no sólo este post, sino todo el blog es muy bueno. Con perdón, parece que no lo ha escrito un obispo...
¡Ánimo y no lo deje!
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