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domingo, 25 de septiembre de 2011

LECCIONES DE SANTA TECLA.


 A partir de ahora, a Santa Tecla le debo especial gratitud. Por ella fui anteayer a Tarragona y aprendí tanto... El arzobispo de la Diócesis, mons. Jaume Pujol, compañero de ordenación sacerdotal, me había invitado a la fiesta de la patrona de la ciudad y decidí tomarme ese día de excursión: en Roma no he estado "de turismo"... Tendría mil cosas para contar, pero sólo quiero comentar las fotos que saqué.
En toda Cataluña se da tanta afición a los castells (castillos), como nosotros la tenemos al mate; y creo que no exagero. En cada pueblo se forman los colla castellera, grupos de hombres, sobre todo, pero también hay no pocas mujeres, que un par de veces por semana ensayan la construcción de un "castillo". 
Es todo un arte, una verdadera obra de ingeniería. La base del castell está formada por doscientos, trescientos o más hombres que hacen la piña: unidos entre sí con los brazos o con el cuerpo entero, arrimando el hombro con todas las fuerzas, de manera que se pueda levantar ese prodigio de equilibrio.
El cap de colla es el jefe, el que ve cómo viene la construcción y decide si seguir adelante o empezar de nuevo el castillo. 
Pisando hombros y piernas, rápidamente y en el momento preciso, suben los que tienen que subir y se mantienen derechos... Un piso, dos, tres, cuatro, cinco... ¡y hasta nueve pisos! El castell se va cargando, así dicen. Entonces suena una flauta (grallia), que recoge la emoción de toda la plaza, en la que no cabe un alma. 
Llega el momento cumbre... El enxaneta, un niño de 7 u 8 años, trepa y trepa y trepa... hasta la cumbre del castillo. La plaza se vuelve loca y aplauden y gritan. El enxaneta baja enseguida, el castillo se descarga y se descarga en gritos también la emoción de quienes consiguieron hacer el castell.
Cada castell trabajo y más trabajo. Es sacrificio y solidaridad. Es trabajar humildemente, sin querer lucirse. Y con perseverancia: volver a empezar las veces que sea necesario. Y es una escuela de obediencia: al cap de colla se le hace caso, o sí o sí. Hacer un castell requiere también valentía, es obvio.
Por hoy es suficiente. Estoy volviendo a Minas.














miércoles, 21 de septiembre de 2011

ROMA


Dentro de pocas horas me voy de Roma. Cuesta trabajo arrancarse. He estado aquí dos semanas: redescubriendo rincones, hablando y escuchando a muchas personas, y rezando con extrema facilidad: creo que no se puede estar en Roma y no rezar. Me dan pena los miles de turistas que entran en San Pedro y, como asustados ante tanta belleza, reaccionan disparando sus cámaras hasta el infinito… No saben dirigirse a la Belleza original, la única que explica por qué existe esta Basílica y, en definitiva, por qué Roma es eterna, como dicen.
La suciedad de siglos que tenía la fachada de San Pedro, fue removida cuando el gran Jubileo del año 2000. Ahora es el turno de la Colonnata de Bernini. Al llegar a la Plaza, la imagen de la Virgen Madre de la Iglesia recibe al visitante. Buena idea la de colocarla encima de la enorme sábana blanca que cubre el brazo derecho. Ya se ve, en la parte izquierda, el esplendor que tendrá cuando se termine la limpieza.
El lunes, día 19, estuve con el pensamiento en el Verdún. (Ya sé que, gracias al buen tiempo, hemos podido reanudar las visitas mensuales a la Virgen). En Roma tuve mi pequeño Verdún…
Había quedado en encontrarme a mediodía con un profesor que vive en el Giannicolo. Tomé un taxi en San Pedro para llegar puntual. No habíamos recorrido más de quinientos metros y nos encontramos en un embotellamiento imposible. Pasaban los minutos, corría el contador del taxi y seguíamos sin movernos. Finalmente pagué el taxi y atravesé todo el Giannicolo a buen paso: es una maravilla. Llegué 6 minutos tarde, después de subir la Scala del Tamburino... mi pequeño Verdún.

Tenía la ilusión de ir esta mañana a la audiencia con el Papa, en el aula Pablo VI. Pero Benedicto XVI viaja a Alemania y no hay audiencia. Rezo por el Papa y por su viaje, como nos ha pedido: Roma tiene sentido porque aquí vive Pedro.







jueves, 15 de septiembre de 2011

UN DÍA ÚNICO

Uno a uno, Benedicto XVI saluda a todos los obispos. A su lado, los cardenales Sandri y Ouellet. (Las fotos son mías, tomadas desde mi lugar). 

Ver al Papa a cinco metros de distancia. Escuchar palabras suyas dirigidas a un grupo de personas del cual se forma parte. Saludarlo después personalmente unos segundos y percibir con certeza que, aunque seas uno más entre esas 119 personas que también se acercan, sabe perfectamente quién eres. Todo esto junto, hace que el día de hoy sea un día del todo especial, que termino con una profunda acción de gracias a Dios.
   La imagen de san Pedro, detrás del Papa. Está claro quién es Benedicto XVI.
¿Cómo está el Papa? A los 84 años, trabajando, trabajando, trabajando... 
Lo que nos dijo el Papa esta mañana en el patio del palacio de Castelgandolfo se encuentra, resumido, pinchando aquí. Por mi parte, mañana leeré completo su discurso y lo meditaré despacio, despacio, como debe ser.

Al despedirse el Santo Padre, el cardenal Marc Ouellet, que está al frente del organismo que se encarga de los obispos y es nuestro anfitrión en estos días, nos invitó a pasar un momento al jardín del palacio pontificio. Nos sacamos fotos... Ha sido una jornada única. Habrá más información.

Con el Cardenal Ouellet, en el jardín del palacio pontificio.


Hermanos argentinos de la Patagonia: Mons. Miguel A. D'Annibale, Obispo Auxiliar de Río Gallegos, y Joaquín Gimeno, Obispo de Comodoro Rivadavia. 

domingo, 11 de septiembre de 2011



Escribo desde Roma: 32 grados temperatura ambiente y bastantes más por dentro. Creo que a cualquiera le pasaría lo mismo, después de lo que estamos viviendo 119 obispos de todo el mundo, reunidos en el curso Peregrinación a la tumba de San Pedro. Encuentro de reflexión para los nuevos obispos. (Los nombrados en el último año).
El shock de la peregrinación fue esta mañana, al terminar la Misa concelebrada en la Basílica de San Pedro, que estuvo presidida por el Cardenal Marc Ouellet. Bajamos entonces en procesión a la tumba del Apóstol y nos detuvimos delante de ella para rezar. Fue apenas un momento, porque la procesión debía seguir. Pero esos instantes bastaron para que entrara en el alma, con nuevo vigor, una realidad estremecedora que dura más de veinte siglos y produce una enorme alegría: la Iglesia es, antes que nada y sobre cualquier otra consideración, un misterio.
Esto empalma directamente con lo que adelanté en el post anterior, acerca de la visita que hice, en La Aguilera, al monasterio de Iesu Communio (pinchando aquí pueden encontrar algo de su historia, y también en Youtube las pueden conocer). Durante las horas que allí estuve, de una forma y otra, hablando y cantando, lo que esas chicas confesaban con desbordante alegría era que su vida tenía sentido porque se sabían hijas de la Iglesia. En consecuencia, es un misterio sin misterio que 208 jóvenes -edad media, 30; hay cola para ingresar- se hayan decidido a amar a Jesucristo entregándole lo único valioso, en definitiva, que uno tiene para entregar: la vida.
En fin, este ha sido un botón de muestra de las impresiones que me ha despertado la peregrinación de esta maána a la tumba de San Pedro.
El Encuentro es intenso: oración solemnemente celebrada, dos conferenciass por la mañana, una o dos por la tarde, intercambio de ideas... Me enriquezco cada un día un poco más.

lunes, 5 de septiembre de 2011

CRÓNICA DE URGENCIA...

Son las 9.40 de la mañana en Madrid: una mañana que es una delicia, con 15 grados que llegarán a 27 y un cielo tan celeste que parece uruguayo.
La semana se ma ha ido volando, literalmente.. Salí de Montevideo el sábado 27 y llegué a Barajas a las 7 de la mañana del domingo. Celebré la Santa Misa a las 11, en la residencia en la que mi madre lleva con elegancia sus 95, que dentro de un mes serán 96 años. No hizo más que repetir muchas, muchas veces: - "¡Este es mi hijo!", mientras me presentaba a sus compañeras de residencia.

A las 6 y media de la tarde estaba yo en Könisberg, a pocos kilómetros de Frankfurt. Es un pueblito encantador, de gente superamable. Dormí en la sede de Kirche in Not, la instituición de Ayuda a la Iglesia Necesitada fundada por el P. Von Straaten, que nos ayuda en Minas. Aquí, la amabilidad adquiere un carácter superlativo: te tratan con un deseo tan grande de ayudar a que el mensaje cristiano llegue a todos los sitios, que sólo se puede dar gracias a Dios de que haya gente tan generosa y buena. Esto fue el lunes.
El martes de tarde llegué a Essen y, a las 8.30 de la mañana siguiene, estaba en Adveniat con Michael, alemán con mente sudamericana, casado con una chica colombiana. Hablamos, hablamos... También amabilidad en estado puro. Celebré Misa en la sede de Adveniat. Me llamó la atención las preguntas que me hicieron dos señoras que prepararon todo lo necesario: que si un texto correspondía a una determinada Plegaria, que si otro... -¿Y para qué necesitan esto?... - Estamos organizando la Misa de Adviento. - ¡Pero faltan muchas semanas para que empiece el Adviento!... - Sí, pero en Alemania trabajamos con tiempo... 

Viaje a Frankfurt por la tarde y llegada en avión a Madid, a las 10.30 de la noche. El miércoles, salida a las 11.30 en ómnibus a Aranda de Duero. Llegada a las 13.30 y taxi hasta La Aguilera, conde me esperaban unas 150 monjas...  ¡Increíble! Esto lo dejo para otro día: para contar lo que pasó necesito unas cuantas líneas que ahora no tengo.

A las 5 y media de la tarde, ómnibus a Vitoria y de Vitoria a Pamplona, adonde llegué a las 10.15 de la noche. He estado tres días en la ciudad que, hace mucho tiempo, me acogió durante 7 años. Casi no la reconozco: plazas, fuentes, edificios nuevos, urbanización perfecta... Y encuentros a granel con amigos y conocidos que te dicen con sinceridad que "estás igual", que recuerdan detalles inmemoriales...

Anteanoche llegué a Madrid. La JMJ sigue presente, es la verdad: ha sido algo tan fuerte que tardará en desdibujarse.
Esta mañana tengo que encontrarme con algunas personas y mañana salgo para Roma. Gracias a Dios que encontré este ratito para escribir. Continuaré cuando Dios quiera. Gracias de corazón por las oraciones. Por mi parte, los tengo muy presentes, a todos, en las mías.