Por la mañana, el P. Pablo, párroco de la Catedral, había dado la primera Comunión a 32 niños. La iglesia estaba llena, como se ve, aunque debo aclarar que así suele estar en la Misa vespertina -19.00 horas- de los sábados y domingos. No termino de acostumbrarme a esta asistencia tan nutrida; pienso que es un pequeño "milagro" de la Virgen del Verdún, que cuida la fe y la piedad de sus hijos minuanos.
Ayer de mañana, el P. Pablo y yo nos fuimos a pasear un rato por las sierras de estos parajes. Recordé lo que mi amigo Josean, donostiarra, montañero de raza, me explicó una vez: en los montes de Europa marcan con blanco y rojo las "grandes rutas" de montaña; con blanco y amarillo, las ascensiones a los picos. Así, al golpe de sus pisadas y con sangre, el Beato Juan Pablo II señaló a la Iglesia el camino que lleva a la Cumbre: la Cruz y la Virgen.
Nosotros no tenemos ni "grandes rutas" ni picos imponentes: nuestro paisaje es suavemente ondulado... Pero el camino para llegar a Jesucristo es el mismo, ¡chocolate por la noticia!
Olivos en las faldas de los cerros.
En el medio, el cerro Campanero.
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