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domingo, 10 de abril de 2011

ENTRE DISCEPOLO Y PASCAL



Está en la calle que, si prospera un proyecto de ley impulsado desde el Frente Amplio, se modificará el Código Civil sustituyendo las palabras “hombre y “mujer” por “contrayentes”. De este modo, las uniones entre homosexuales, lesbianas y transexuales serán equiparadas al matrimonio.

También se sabe que el gobierno ha llegado a un acuerdo para que cualquier madre que no quiera tener al hijo que está en su vientre, pueda matarlo con todas las de la ley.

A su vez, los legisladores están considerando tres proyectos distintos para permitir el cultivo doméstico de la marihuana.

¿Qué decir de estas iniciativas? En agosto pasado falleció en Nueva York Tony Judt, historiador judío británico de renombre. Judt escribió su último libro dictándolo con un enorme esfuerzo, por la esclerosis lateral que padecía desde dos años atrás. Sentía que debía transmitir un mensaje urgente. Era un llamamiento que sintetizó en el título de esa obra: Algo va mal. Su diagnóstico puede ser aceptado o criticado en ciertos aspectos, pero en definitiva viene a decir: lo que va mal es el enfoque básico de la convivencia humana.

Los proyectos de ley mencionados sintonizan, en mi opinión, con el diagnóstico de Judt. El bienestar económico puede narcotizar la inteligencia, impidiendo ponerse a pensar sobre el sentido de la vida humana. Las consecuencias serán irremediablemente fatales, como ya lo estamos sufriendo.

Baste un ejemplo. En La evolución del divorcio en Uruguay (1950-1995), Wanda Cabella, de la Facultad de Ciencias Sociales de la UDELAR, concluye: nada se sabe acerca de cómo están siendo absorbidos los costos sociales de la expansión del divorcio y sobre qué sectores están recayendo los mismos. En principio, cabe suponer que son las propias redes familiares las que asumen estos costos, ya que las nuevas problemáticas familiares no han sido acompañadas hasta el momento de políticas públicas tendientes a contrarrestar sus consecuencias sociales. Si bien el aumento del divorcio genera inquietud, el debate sobre las eventuales consecuencias que un mayor número de disoluciones conyugales pueda acarrear a nivel social es un tema que no figura en la agenda pública. En este sentido, Filgueira (1996) ha hecho notar que la creciente inestabilidad de las familias (incremento de las uniones informales, divorcios, familias reconstituidas, socialización a cargo de un sólo padre) estaría afectando la renovación del capital social, y, en consecuencia, menoscabando el papel que tradicionalmente ha cumplido la familia en la integración social de nuestro país.

Son conceptos serios, serenos, que exigen tomas de postura de igual calidad: si la legalización del divorcio en Uruguay ha traído lo que ha traído, ¿no deberá estudiarse a fondo la decisión de equiparar las uniones homosexuales con el matrimonio? Si el aborto es un asesinato, como lo demostró científicamente el Dr. Tabaré Vázquez, y por ello “un mal social”, ¿no están obligados los legisladores a repensar las gravísimas consecuencias que tendrá su legalización? Sobre la marihuana para consumo doméstico, Discépolo, que profetizó sabiamente el siglo XX como cambalache, ¿qué diría del XXI?

En la década del 70, mis hermanas, Marga y Betty, le cantaban a la vida: aunque nazcas pobre te traigo también, se precisan niños para amanecer. Hoy estamos decidiendo matarlos. ¿Qué nos ha pasado?

Me parece que es imprescindible volver a pensar y entender a fondo, lo que escribió Pascal: El hombre es infinitamente más que el hombre. Y sacar las consecuencias, naturalmente.












1 comentario:

Unknown dijo...

sobre el punto del bienestar económico, vale la pena leer a Adela Cortina, cuando dice que es justamente ese el gran problema actual, el medir las relaciones en parámetros económicos. Su libro, Alianza y Contrato es sumamente sugerente, incluso para tomarlo en cuenta a la hora de comprender y re-pensar las relaciones en la misma Iglesia.
Por otro lado, creo que de a poco se va aplicando lo que diría Toynbee sobre la historia de las civilizaciones: "los cambios sociales son causados por las minorías creativas y no por las mayorías descreidas"