Ahora estoy arrepentido de no haber sacado la foto: era un monumento a la fe, nada menos. Pero, en realidad, la foto no era lo más importante. Me explico.
El 19, a las 8 de la mañana, en la capilla que está en la base del Cerro del Verdún, nos juntamos unas cincuenta personas. Cinco minutos después comenzamos a subir, rezando el Rosario. Nos ayudó a contemplar los misterios, escuchar los comentarios del librito “Santo Rosario”, de san Josemaría.
Llegamos hasta la Virgen, a poco de terminar las letanías. Entonces rezamos la Salve y le cantamos dos canciones. Después, cada uno rezó con su corazón. Descansamos unos minutos y emprendimos el descenso. Todo muy sencillo, muy personal, muy de tú a Tú.
Alguien me preguntó una cosa y me entretuve unos minutos. Se acercaron dos señoras que querían saber si el 19 de febrero subiremos a la misma hora, para gestionar que los ómnibus lleguen entonces más temprano hasta el Cerro, así puede venir más gente… Me encantó la fe que demostraban.
Mientras bajábamos, la segunda vez que el camino dobla a la izquierda, me llama la atención ver desde lejos a un hombre joven (¿25, 30?, no sé) que viene subiendo a caballo. Lleva un poncho patrio que lo cubre casi por completo. A su lado, caminando, una mujer mayor que él. La escena es conmovedora y estoy a punto de sacar la máquina de fotos que llevo en el bolsillo. Me pareció que no correspondía, que debía poner atención a lo que me estaban diciendo y no hacer de periodista…
Estamos por cruzarnos en el camino. El jinete sube en silencio, al igual que la mujer. Son gente sencilla, de campo. Parecen ir concentrados en su silencio, que no interrumpo. Pero me quedo de una pieza cuando, detrás de la montura, veo que lleva atravesadas dos muletas. Lo sigo con la mirada…
Horas más tarde, el Padre Pablo, párroco de la Catedral, que había bajado del Cerro antes que yo, me cuenta:
- Hablé con ellos: al muchacho le habían cortado la pierna, porque la tenía muy mal, y él y su madre le habían prometido a la Virgen que si todo salía bien irían a agradecerle al Verdún.
1 comentario:
Que hermoso! todo lo que la Virgen hace. Siempre me ha escuchado me acompaña y la he sentido cerca en momentos de angustia, me ayuda en todo lo que le pido, teniendo fe y confiando en ella las puertas se abren , las trabas desaparecen para hacer realidad nuestros deseos, y con mucha gratitud es hermoso subir ese Cerro para encontrarme con ella y agradecerle. Adriana
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