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lunes, 23 de febrero de 2009

DESDICHA Y FELICIDAD

Muy poco tiempo después de mi llegada a Pamplona (allá por 1964, en el "Antiguo Testamento", como quien dice) conocí a Diego Ibáñez Langlois, chileno, de quien me hice enseguida muy amigo. Diego estudiaba Filosofía y Letras y tenía en su clase a Maricarmen Masramon. Pasados los años, Diego se casó con Tamen (así la conoció todo el mundo) y formaron en Chile una preciosa familia.
En julio de 2007, a consecuencia de un cáncer, Tamen murió. Sabía de su enfermedad por una amiga de ella que vive en Montevideo. Estuve al tanto de los pasos que iba dando hacia el encuentro definitivo, pasos que duraron dos años y, según las noticias que me llegaban, Tamen los daba con extraordinaria elegancia.
Ahora acabo de enterarme de una carta que ella escribió a las alumnas del colegio donde enseñaba Literatura. Me llegó mucho y pensé que no podía guardármela para mi solo.


Muy queridas niñitas: voy a referirme a un hecho muy personal.

¿Por qué no abrir de par en par las puertas de mi intimidad para contarles una experiencia tan maravillosa como la mía, que les pueda servir?

Eso es lo que me digo para animarme.

Mi experiencia es la siguiente: para un creyente, lo que suele llamarse desdicha es totalmente compatible con la felicidad.

Nuestro Señor no me deja sola en ningún momento, soy una enferma feliz, indiferente a los percances o sacudidas del camino, porque sean cuales sean, sé que ningún peligro es realmente temible, yendo como voy tan protegida y con tan buena compañía.

Yo todos los días le digo a Jesús: sólo quiero lo que Tú quieras. Lo que sea. O aún mejor, con las palabras de Santa Teresa,

“Dadme muerte, dadme vida

Dad salud o enfermedad

Honra o deshonra me dad

Dadme guerra o paz crecida

Flaqueza o fuerza cumplida

Que a todo digo sí

¿Qué mandáis hacer de mí?”

Y lo que Jesús me da es paz, alegría, incluso cierto sentimiento de privilegio, por el hecho de que yo, tan poco destacada por mis méritos (mínimos y recientes, soy una novata) haya merecido la gracias de poder entregar algo más, estar más cerca de Jesús en su misterioso proceso de transformar el sufrimiento en liberación, en alegría profunda para todos nosotros.

Al principio de la enfermedad me venía siempre la imagen del cordero, la idea de inmolación. El viernes santo, un hermano benedictino amigo de mis hijos, al saber que estaba enferma, me regaló un crucifijo que en lugar de un crucificado, representa un pastor, sonriente, con una ovejita en los brazos. Después de mirarlo varias veces comprendí que aquella ovejita, dormida y abandonada, era yo…

No se siente ninguna inquietud ni angustia cuando se va en brazos de un Pastor tan excelente: nos busca en los rincones más escondidos hasta encontrarnos y llevarnos a través de mil obstáculos, hasta el lugar donde sólo hay felicidad y alegría. Lo único que hay que hacer es acurrucarse en esos brazos y dejarse llevar.

¿Y nuestra condición humana, quizás pensarán, acaso no nos han dotado de inteligencia y libertad? Sí, y la capacidad de discernir es la que nos permite elegir esta disposición: la de abandonarnos en manos de Dios y la de exclamar “¡a todo digo que sí!”. Es lo único que podemos hacer, él único aspecto que está a nuestro alcance, es decir, somos libres para elegirlo o no. Será mínimo, pero es decisivo.

Ojala me haya dado a entender. Un abrazo lleno de cariño, Tamen.

6 comentarios:

Salvador Pérez Alayón dijo...

Estupendo testimonio que conforta y hace sentir la inmensa Misericordia de DIOS, nuestro PADRE, que siempre está a nuestro lado. ¡Si entendieramos que la muerte es la hora más gloriosa de nuestra vida!
Realmente, Padre, estas cosas no se pueden guardar, hay que gritarla por todo el mundo. Con su permiso, quizás, la copie y le de publicidad.
Un fuerte abrazo en CRISTO.

tan versátil como acústica dijo...

creo que este testimonio revela la fe real, que no pretende seguir un esquema equivocado de premios y castigos, sino una vida ordenada por acciones de bien. Lo que nos suceda a raíz ya es un poco ajeno a nuestro control. Es el orden del mundo, en el que creer que podemos modificar la acción de Dios a través de obras buenas, es como pensar que un toro no nos embestirá por ser vegetarianos. La fe debe, pues, ser independiente.

JAIME FUENTES dijo...

Permiso concedido, agradecido.
Un abrazo,
Jaime

JAIME FUENTES dijo...

Al empezar su comentario al libro de Job, ejemplo paradigmático del hombre con fe al que le tocósufrir de todo, santo Tomás dice: aquí se ve que no siempre a los buenos sólo les pasan cosas buenas, ni a los malos sólo malas; ni tampoco a los buenos les pasan sólo cosas malas, ni a los malos sólo cosas buenas, sino que a todos, buenos y malos, les pasan cosas buenas y malas.- Imposible, me parece, más realismo. La visión de fe es lo que cambia las cosas... Gracias, Andrea.

Anónimo dijo...

Hola! es todo un honor que te gustara mi humilde blog. Este testimonio es hermoso, realmente llega al alma. Te lo agradezco,conozco a alguien que quiza le ayude y se lo enviaré por mail.
Cariños
Semilla

Unknown dijo...

Escribo desde Guatemala. Ayer me entregaron una estampa para la oración privada a Tamen. La esposa de mi hermano mayor, Lucrecia, de 44 años padece de cancer y lleva 6 quimioterapias. Desde ya la he empezado a encomendar a Tamen. Agradeceré más información de Tamen.

Un saludo,

Sergio Balcárcel

sergiobal63@gmail.com