Páginas

domingo, 15 de febrero de 2009

DE PEDROS Y MAGDALENAS ESTÁ EL MUNDO LLENO

Hace muchos, muchos años (aún no era sacerdote, figúrense...) leí un poema de José Miguel Ibáñez que me cautivó, más por su perfección poética que por su contenido. Ahora, con la experiencia del quehacer de un cura viejo, lo comparto de principio a fin. Dice así: De pasarme las horas confesando / los días y los años absolviendo / pecadores, sí, ¡santos! / ángeles con el ala rota / pedros y magdalenas que se acusan / del peso de la sombra de este mundo: / de tanto perdonarles alma y cuerpo / se vuelven transparentes / como dulces marías que renacen / y yo, yo pecador / un cristo ciego / que con los años entra en agonía / de carne y sangre y tierra, opaca muerte.
De la Confesión habló esta mañana el Papa en la Plaza de San Pedro, y con esto de que ahora está inmediatamente en youtube, me alegra poder ofrecer aquí al menos algunas de sus palabras

1 comentario:

Anónimo dijo...

Olá, Pe. Jaime:

Gostei muito do poema e, ainda que eu não seja sacerdote e tenha a metade da sua experiência de vida, também estou de pleno acordo com o conteúdo dos versos.

A confissão é um recurso espiritual, anímico e intelectual sem par. Como diz um amigo meu, que há pouco começou a confessar-se com freqüência, "a confissão te integra a fundo na estrutura da realidade subjetiva e circundante".

Ademais, certa vez li que G. K. Chesterton afirmou que o motivo mais determinate que o fez converter-se ao catolicismo era o de que a Igreja católica era a única no mundo que lhe oferecia o que ele mais profundamente desejava: o perdão - aliás, a eliminação - dos seus pecados.

Um forte abraço

Fred