
(*) Macana: Arg., Perú y Ur. Hecho o situación que produce incomodidad o disgusto. (RAE).
Amigo Obama, para empezar tu presidencia has hecho una gran macana. Yo había leído en tu libro, “La audacia de la esperanza”, tu argumentación en favor del aborto libre y tu idea de que, quienes se oponen a este liberalismo, lo hacen por motivos religiosos. Es verdad que también dejabas la puerta abierta, en el libro, a reconocer un día que podrías estar equivocado en tu planteamiento. Por eso llegué a pensar que, si salías elegido Presidente, por simple prudencia estudiarías mejor el tema antes de tomar una decisión.
Me equivoqué por completo. Te faltó tiempo para autorizar a que se experimente con células madre tomadas de embriones −es decir, de niños aún no nacidos− y a financiar… ¿cuántos abortos en y fuera de los Estados Unidos?
Amigo Obama, has hecho una gran macana, por decirlo de una manera elegante. Te lo dice un ciudadano del país más chico de Sudamérica, que tiene un Presidente no católico, pero que es médico oncólogo de prestigio. No sé si sabrás que muy recientemente, exponiéndose a toda clase de críticas −le llegaron en cantidad, como era de esperar− puso su veto a una ley que legalizaba el aborto y que había sido aprobada por el parlamento de mi país. ¿Sabes por qué lo hizo? Porque tiene la evidencia científica de que la vida humana empieza en la concepción y, en consecuencia, nadie puede atentar contra ella sin cometer un crimen. Te sugiero, estimado Barack, ponerte en contacto con él para conversar sobre el tema. Estás a tiempo de corregir el primer gran error de tu esperada presidencia.
Hace pocos días elogié tu primer discurso, en el que hablaste de no pocas virtudes. Olvidaste dos que son claves para un hombre con tu responsabilidad: sabiduría y prudencia. Quiero transcribirte una respuesta científica, prudente y sabia, para esta pregunta clave que necesariamente deberás hacerte:
Me equivoqué por completo. Te faltó tiempo para autorizar a que se experimente con células madre tomadas de embriones −es decir, de niños aún no nacidos− y a financiar… ¿cuántos abortos en y fuera de los Estados Unidos?
Amigo Obama, has hecho una gran macana, por decirlo de una manera elegante. Te lo dice un ciudadano del país más chico de Sudamérica, que tiene un Presidente no católico, pero que es médico oncólogo de prestigio. No sé si sabrás que muy recientemente, exponiéndose a toda clase de críticas −le llegaron en cantidad, como era de esperar− puso su veto a una ley que legalizaba el aborto y que había sido aprobada por el parlamento de mi país. ¿Sabes por qué lo hizo? Porque tiene la evidencia científica de que la vida humana empieza en la concepción y, en consecuencia, nadie puede atentar contra ella sin cometer un crimen. Te sugiero, estimado Barack, ponerte en contacto con él para conversar sobre el tema. Estás a tiempo de corregir el primer gran error de tu esperada presidencia.
Hace pocos días elogié tu primer discurso, en el que hablaste de no pocas virtudes. Olvidaste dos que son claves para un hombre con tu responsabilidad: sabiduría y prudencia. Quiero transcribirte una respuesta científica, prudente y sabia, para esta pregunta clave que necesariamente deberás hacerte:
¿Por qué la sociedad debe proteger a todo embrión?
Esta respuesta, obviamente no religiosa, es la que se encuentra en el número 472 del Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica. ¿No te hace pensar?...
Sinceramente,
J.F.
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