
En este cyber de Salto (500 kilómetros al Norte de Montevideo) se está muy bien, fresquito. Afuera esperan 35 grados de sol asfáltico: estamos en verano. Hay sequía en Uruguay, una sequía preocupante: se ruega una oración por la lluvia, esté cada uno donde esté. ¡Gracias!
Me llega la información de la insólita campaña "ateísta" que empezó en Londres y ahora se ha trasladado a Barcelona. Dicen los carteles de los ómnibis ingleses que "probablemente Dios no exista". En consecuencia, "¡hacé la tuya!", traduzco al uruguayo.
De entrada, la campañita me pareció un despropósito tan grande que no sabía qué decir: me quedé tan descolocado como si me hubieran comunicado en reserva que Tarzán es gay, por decir algo.
Pero ahora, pensándolo mejor, veo que a ingleses y catalanes se les ofrece en bandeja una oportunidad de apostolado como pocas: es que ese plantear la duda -"probablemente"...- sobre la existencia de Dios te abre la puerta a sacar el tema y conversar y conversar, a escuchar y a hablar de lo más importante que el hombre puede plantearse: de dónde venimos y adónde vamos.
Por pura asociación de ideas, recordé aquel diálogo que mantuvo Franco -así me lo contaron hace años- con el arzobispo de Santiago de Compostela que, en tiempos de Juan XXIII, cuando había rumores de que el Papa iría a España, se entrevistó con el Jefe del estado para pedirle que se construyera el aeropuerto en Santiago... - Porque si viene el Papa..., decía. Y Franco: - ¿Y si no viene?... Y el arzobispo, gallego también: -¿Y si viene?... Se construyó el aeropuerto.
Entonces: ¿y si Dios existe?...
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