Páginas

lunes, 29 de diciembre de 2008

PROPOSITO PARA EL AÑO NUEVO

Cuando estamos descontando de apuro los días que quedan de este año 2008, uno siente la necesidad de hacer cuentas, de componer un balance claro y sincero en el que consten pérdidas y ganancias... Es algo muy pero muy personal, naturalmente, y no pocos de los resultados de este examen sólo quedan entre uno mismo y Dios. Como es lógico, de aquí salen también los propósitos que todos nos hacemos para el 2009, que es una gran agenda para estrenar y escribir día a día tratando de que sea con buena letra.

Hace cosa de cuatro meses, a mi me regalaron una agenda electrónica, una Palm, que me sirve mucho, la verdad sea dicha: con ella ordeno las citas de aquí al 2024, si quiero (que no quiero porque vaya uno a saber dónde estará entonces); en ella tengo registrados los "contactos", en los que consta el nombre y apellidos de mis amigos y conocidos, su teléfono fijo y el móvil; su dirección postal personal y la profesional; y su cumpleaños, fecha clave que, cuando llega el día señalado, la agenda te lo recuerda con el icono de una torta con velitas. ¿Qué más se puede pedir? ¡Se le puede pedir mucho más! Si no lo hago es porque, en mi caso, serían prestaciones tan inútiles como un cenicero en la moto.
El gran recurso que sí utilizo con entusiasmo y agradecimiento, es la posibilidad de ir transcribiendo con preciosa letra Arial, cuerpo 9, las fichas de los libros que voy leyendo. Y este año, gracias a los viajes que hice cada semana, leí bastantes. Recomiendo, por ejemplo, estos: El amor escondido. La búsqueda del sentido de la vida, de Janne Haatland Matlary: un testimonio autobiográfico que enriquece cualquier cantidad. No estamos solos, de André Frossard, que escribe como los ángeles. Padres fuertes, hijas felices, de Meg Meeker, una doctora norteamericana que sabe por estudios y experiencia profesional la importancia que tienen los papás en la formación de sus hijas y les da a ellos cantidad de consejos excelentes. El libro rojo de los mártires chinos, editado por Gerolamo Fazzini, testimonios y relatos autobiográficos de católicos chinos durante el gobierno comunista de Mao: estremecedor. Leí también la novela de Husseini Cometas en el cielo, muy buena, recemos por Afganistán. Y un libro de cuentos de Jiménez Lozano, La piel de los tomates, escrito con un amor por lo pequeño que es una delicia.

De todos estos libros fui copiando líneas y párrafos enteros, hasta formar un pequeño tesoro que archivé en una carpeta titulada LECTURAS. Y el otro día me dije: - Vamos a pasar el tesoro a la computadora, no sea cosa que se me borre. Enchufé el cablecito mágico que sincroniza el PC con la Palm, apreté el botoncito que transfiere los datos de uno al otro y del otro al uno... y hete aquí que en la Palm no me quedó ni una sola de las fichas que tomé con tanta ilusión, y, lo que es peor, por más que busqué en el PC, a ver si las había guardado celosamente en algún oculto rincón de su disco duro, hasta el día de hoy no encontré ninguna.

Bueno, ya se imaginan cuál es uno de mis propósitos para el 2009. Si alguien me transmite alguna experiencia sobre el particular, se lo agradeceré mucho. En todo caso, esto no es más que una anécdota. Lo importante es que el año nuevo está ahí, a la vuelta de la esquina, como una agenda sin estrenar (electrónica o de papel).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Linda manera de terminar el año!¡Feliz 9!

A medida que iba leyendo su post solo atinaba a apretar los dientes... ¡Tienen que estar! La sincronización (en teoría) no borra nada. A veces duplica, pero borrar...

Evidentemente Dios sabe a quién le pide las cosas.

pd. No le recomiendo el Isilo, porque asumo que ya lo tiene

JAIME FUENTES dijo...

Muchas gracias por el ánimo... El Isilo, efectivamente,lo tengo.
Por lo demás, este "desprendimiento a prepo" también es sano.