
La verdad es que tengo bastante alergia a las expresiones extraordianrias de la fe: pretendidos milagros, supuestas apariciones, revelaciones de sabor apocalíptico... No puedo olvidar los innumerables comentarios que provocaba el "secreto de Fátima" (¡cuántas versiones corrieron anunciando de todo en torno a él!) hasta que Juan Pablo II lo reveló en el año 2000. -Ah, ¿era eso?, se preguntaron decepcionados los catastrofistas... Y a otra cosa, mariposa, a buscar algo nuevo extraordinario, a ser posible bien esotérico, para poder chimentar, adivinar, asegurar, discutir... Con los años, ¿se entiende?, mi alergia ha ido en aumento.
Con este temor de principio me estoy acercando a las supuestas apariciones de la
Virgen en Salta, a la señora María Livia, y a los mensajes que comunica de su parte a la gente. Lo que no deja de sorprenderme son los miles de personas que han ido a Tres Cerritos y han experimentado una profunda conversión.
El fin de semana pasado, 8 ómnibus partieron de Montevideo rumbo a Salta, llevando sólo gente joven, bachilleres y universitarios en su mayoría. Se juntaron en el cerrito la friolera de 54.000 personas. Y resulta que a la vuelta, tanto en Paysandú, como en Salto y Montevideo, he recibido testimonios directos de no pocos participantes que cuentan, llenos de alegría, una experiencia de encuentro con el amor de Jesús, por medio de su Madre. Lo cuentan con asombro y naturalidad al mismo tiempo, y se les ve felices de haber descubierto, sobre todo, la grandeza incomparable de la Eucaristía y de la Confesión.
Lo dejo aquí. El arzobispo de Salta ha encomendado a una Comisión la necesaria investigación sobre la autenticidad de las apariciones de la Virgen. Habrá que esperar.