
Con retraso -la vida se complica...- cumplo lo prometido hace seis días. El día 9 tuve la suerte de poder asistir al acto con el que se recordó la visita, hace veinte años, que hizo Juan Pablo II a esa ciudad. "Es de bien nacidos ser agradecidos": ¡bien por Salto!
El gran espacio verde donde entonces celebró el Papa la Misa, hoy es una zona de casas con jardín. Pero se ha respetado el lugar y en él se erigió, hace diez años, una cruz enorme y fue colocado un perfil en piedra que recuerda lo que allí pasó..
En el acto hubo palabras y música: el profesor de literatura José Luis Garino rememoró muchos pequeños detalles de los preparativos de la visita del Papa y su llamado vibrante a llevar a cabo la "nueva evangelización del Uruguay". Se escuchó la voz de Juan Pablo II. Cantó el coro de padres del colegio salesiano y una
banda del ejército interpretó varias marchas. Habló el obispo de Salto, mons. Pablo Galimberti: “Quizá lo más importante de todo el mensaje de Juan Pablo II es que él quería que aquella rememoración de los 500 años de la llegada del Evangelio a estas tierras americanas no fuera solamente un recuerdo, una mirada hacia el pasado”. "Pongamos ardor en el Evangelio, para que no sea una semilla que pierda fuerza, sino que sea energía hoy para transformar a este pueblo”.

Hace poco que estoy viajando, cada quince días, a esta ciudad. La primera vez, saliendo de la Terminal de ómnibus -es un shopping con todas las de la ley- pregunté en una estación de servicio cómo ir a la calle Rivera... Me escuchó un señor... -Yo lo llevo, Padre, con mucho gusto. Al terminar el acto del Papa, me acerqué a un matrimonio que iba en un auto saliendo despacito. Intervino la señora: -¡Suba, Padre! Yo le estaba diciendo a mi marido: "mirá, ese Padre está buscando a alguien que lo lleve". Salto me gusta cada vez más, qué quieren que les diga.
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