
Inmediatamente después de llegar y saludar al país, se dirigió al Estadio Centenario, donde pronunció una inolvidable alocución sobre la Eucaristía y dio la bendición con el Santísimo.
Nos dijo: “Yo quisiera que éste fuera un fruto de mi visita pastoral a vuestro país: que todas las familias uruguayas sean fieles en acudir a la fuente de gracia que es la Santa Misa”. Y también: “¡La fidelidad no se ha pasado de moda! Podéis estar seguros de que son las familias verdaderamente cristianas las que harán que nuestro mundo vuelva a sonreír” .

Desde el Estadio fue a la Universidad Católica, para dirigir un discurso al mundo de la cultura.
“A vosotros, estudiantes, os abro mi corazón. El Papa os ama y os acompaña. Estáis viviendo una etapa importantísima de vuestra vida en la que forjáis el futuro de vosotros mismos y de vuestra patria. Tened ideales altos. Recordad siempre que vuestra futura capacitación es sumamente importante para vosotros, para vuestra futura familia, para vuestro país. Sed responsables y generosos en el uso de las posibilidades que se os ofrecen. No dejéis de buscar a Cristo el cual iluminará con su luz cuanto vais descubriendo y viviendo” .
Todo lo que nos dijo Juan Pablo II a los uruguayos es patrimonio de la Iglesia universal. Para
nosotros, es una herencia de un valor perenne que los años transcurridos no hacen más que aquilatar. Vale la pena leer y meditar sus palabras, con el espíritu con que las pronunció. Dijo al llegar al aeropuerto: "A ti, querido Uruguay, el Papa viene cargado de esperanza para anunciarte a Cristo. Amadísimos orientales: Escuchad a Jesucristo, abridle las puertas de vuestro corazón, de vuestras familias, de vuestras instituciones. Que nuestro encuentro mueva a todos y a cada uno a fijar su mirada en Jesús".

3 comentarios:
Gracias. Lo enlacé.
j.a.v.
Hola, he leído tu post sobre la visita a Uruguay de Juan Pablo II.
Yo vivo en España,un país que visitó varias veces y en todas ellas nos dejó un testimonio importantísimo.
Yo empecé a disfrutar de él con 20 años, cuando gracias a Dios ya me había caído del guindo y tuve la ocasión de acudir a las jornadas mundiales de la Juventud en Loreto, en verano de 1999.
¿Qué puedo decir? Es el "Papa de mi vida", gracias a su fuerza y alegría aprendí a ser mejor Cristiana, gracias a su valentía, pude dar testimonio muchas veces, gracias a su perseverancia, pude no desanimarme en el camino y sobre todo...gracias a su vocación, pude abrazar la mía como esposa y madre de familia.
Me resulta imposible no conmoverme.
A los jóvenes siempre nos mimó y nos habló con verdad...Un 10 para Juan Pablo.
¡Gracias, Cris! Le debemos TODO a Juan Pablo II.
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