
En este caso, hace poco más de una semana, el taximetrista parecía maduro y lo era por fuera y por dentro. Era también uno de esos hombres que respira el sentido común por todos sus poros. Escucharlo fue un verdadero placer.
La conversación empezó con la bajada del Río de la Plata y las distintas explicaciones que se estaban dando. El taximetrista se disculpó:
Otra cosa. ¿Leyó lo de la enfermedad esa que está de moda? (…) ¡Sí, ésa! Le digo la verdad; a veces yo pienso que estamos todos locos. Los médicos estudian mucho, nadie lo pone en duda, pero, ¿cómo no se va a saber el origen de la cosa? ¡Está clarísimo! ¿no? Uno no entiende, pero ¿qué quiere que le diga? El otro día estábamos hablando con mi señora y yo le decía:
- Mirá lo que pasa en la selva (fíjese que le digo en la selva ¿eh?). . . Siempre vas a ver que el león se va con la leona, el elefante con la elefanta, la cucaracha con la cucaracha, la víbora con la víbora. . . ¿Me entiende? A ninguno se le ocurre ir cambiando: hoy con ésta, mañana con otro, todos entreverados. . . Bueno, si eso es en la selva y son animales… Uno piensa si los animales no somos nosotros qué quiere que le diga. Usted que es sacerdote sabe, ¿no? ¿No dice en la Biblia que el hombre se unirá a su mujer? ¡A su mujer dice! ¿Y entonces?... Es lo que le digo: que contra la naturaleza no se puede ir, es evidente.
