
Magdi Allam, bautizado por el Papa durante la Vigilia Pascual (ver el servicio del 23-III-08), ha debido enfrentar no pocas críticas. Ayer publicó en el Corriere della Sera y en su sitio web esta carta al Director del diario.
EL ORGULLO DE LA FE EN JESÚS DE UN ESPÍRITU LIBRE: TERMINAR CON LAS INFAMIAS QUE ME DESACREDITAN, CON EL OBJETIVO DE ATACAR AL PAPA.
Mi contestación a los cristiano-comunistas-islámicos, adoradores del relativismo y de lo políticamente correcto, que hubieran querido que me convirtiese al catolicismo manteniendo una valoración positiva del Islam.
Queridos amigos:
les presento la versión íntegra de mi segunda y, espero, última carta al director Paolo Mieri, publicada hoy en el Corriere della Sera, en la cual aclaro mi pensamiento sobre las criticas infundadas, infamantes e instrumentalizadas por algunos después de mi conversión al catolicismo. Quiero precisar que, por parte del Corriere, no hubo ninguna censura, sino que no fue posible publicar la versión completa de la carta por razones de espacio.
Querido Director:
mi conversión al catolicismo, realizada en la solemne celebración de la Vigilia Pascual en la Basílica de San Pedro de manos del Papa, ha sido instrumentalizada desde diversas partes para desacreditarme y acusar al Santo Padre. Me apresuro a aclarar que suscribo plenamente, hasta sus comas, la precisión del portavoz de la Santa Sede, P. Federico Lombardi, que distingue correctamente entre mis ideas personales, de las cuales se me reconoce la libertad de expresión, y las posiciones oficiales de la Iglesia, que obviamente son completamente autónomas de mi pensamiento. ¡Faltaría más! Espero que terminen las maniobras más o menos ocultas de todos aquellos que, aun proviniendo de ambientes religiosos o ideológicos diferentes, se han encontrado unidos sustancialmente en el ataque a Benedicto XVI.
Sabes bien, y lo saben también los lectores del Corriere, que como musulmán he sido un espíritu libre, y ha sido justamente esta libertad intelectual y una enraizada rigurosidad ética, lo que gradualmente ha hecho madurar en mí el convencimiento de que la religión católica realiza plenamente el contexto ideal para que puedan convivir naturalmente los valores inalienables, inviolables e irrenunciables, en cuanto representan la esencia de nuestra humanidad, comenzando por la fe en la sacralidad de la vida desde la concepción a la muerte natural, el reconocimiento de la dignidad de la persona como fundamento de la convivencia cívica y el respeto de la libertad de elección, entre las cuales sobresale el ejercicio incondicionado de la libertad religiosa. Quiero volver a asegurar a todos que, como católico, seguiré siendo aún más un espíritu libre. Y no podría ser de otra manera, puesto que precisamente de este Papa he aprendido que el uso de la razón, la adopción de parámetros valorativos y críticos, la verificación de la verdad científica e histórica, constituyen presupuestos imprescindibles para comprobar el fundamento de la verdad de una religión auténtica y para perseguir esa Verdad que conjuga la objetividad y la universalidad del pensamiento laico con la trascendencia propia de la fe en Dios. De la misma manera, la libertad de espíritu ha sido el rasgo sobresaliente de los fraternos amigos católicos que me han acompañado en el recorrido interior que culminó en la plena adhesión a la fe en Jesús, comenzando por Monseñor Rino Fisichella, mi guía espiritual, que no por casualidad fue el referente religioso de Adriana Fallacci, estandarte de la libertad incondicional e irrefrenable en la historia del periodismo italiano. contemporáneo.
Como espíritu libre encuentro completamente infundadas, pretenciosas y malignas las criticas que se me han hecho. Se han escandalizado por el hecho de que mi bautismo haya sido en la Vigilia Pascual, en San Pedro, de parte del Papa. Quizás muchos no sepan que los catecúmenos, los adultos que se convierten, reciben los sacramentos de iniciación al cristianismo durante la ceremonia de la Vigilia Pascual. Esto sucede en cualquier parte del mundo. Y que habiendo efectuado el camino de reconocimiento y adhesión a la nueva fe en Roma, no debe sorprender que haya sido el Papa, como Obispo de Roma, quien me haya administrado el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía.
Sinceramente, estoy pasmado y amargado desde que he sabido que incluso algunos exponentes del clero católico han dicho que hubiera sido mucho más preferible que hubiera recibido el Bautismo en una parroquia de una pequeña ciudad remota, lejos de ojos indiscretos y del interés de los mass media. Como si mi bautismo fuese una vergüenza para esconderla lo más posible. A la luz de esta interpretación infamante, lo que ha hecho Benedicto XVI ha terminado por verse como una “provocación” o como un verdadero “complot” contra el Islam. Pero yo estoy orgulloso de mi conversión al catolicismo, orgulloso de que se haya hecho públicamente y que haya sido publicitada, orgulloso de poder afirmarla a viva voz, orgulloso de poder testimoniar mi nueva fe en todo el mundo. Y considero mi bautismo de manos del Papa como el don más grande que haya podido concederme la vida.
He sido criminalizado, alguno me ha comparado con los extremistas islámicos que me han condenado a muerte, por haber expresado un juicio radicalmente negativo sobre el Islam. Una densa bandada de cristianocomunistasislámicos, adoradores del relativismo ético cultural y religioso y de lo políticamente correcto hubieran querido que yo limitase mi denuncia al terrorismo islámico, pero manteniendo una valoración positiva del Islam. Porque, según el parecer de ellos, todas las religiones son iguales prescindiendo de sus contenidos, y en todo caso no es necesario decir algo que pueda herir la susceptibilidad de otros.

Lo siento por ellos. Todo aquello que dentro de mí es verdadero y justo lo diré y escribiré sinceramente e íntegramente. Si ellos ya se han sometido al terrorismo verbal y practican la autocensura para prevenir la violencia de los extremistas islámicos, yo pretendo enfrentar esta guerra de libertad y de civilización con la cabeza alta y con la espalda derecha hasta el final. Debo aclarar que no soy un apologista y un provocador de una “guerra de religión” o de una “guerra de civilizaciones”. Lo que Occidente no ha entendido o no quiere entender es que ya estamos viviendo una guerra desencadenada por el terrorismo y por el extremismo islámico globalizado, cuyos protagonistas son los taglia-gola y los taglia-lingua (cortagargantes y cortalenguas) que masacran y someten en el nombre de Alá a todos los que no son a su imagen y semejanza, comenzando por los mismos musulmanes en los países de mayoría islámica.
Yo soy un ex musulmán que ha sufrido y continua sufriendo este terrorismo y que ahora, como católico, quiere testimoniar una verdad histórica y promover el rescate de los valores y de una identidad sin la cual el Occidente, que hunde sus raíces en la fe y en la cultura judeo-cristiana, no podrá afirmarse y confrontarse constructivamente, tampoco con los musulmanes. Aun tomando radical y definitivamente las distancias con el Islam en cuanto religión, estoy absolutamente convencido de que se puede y se debe dialogar con todos los musulmanes que de entrada comparten los derechos fundamentales de la persona sin excepciones y trabajan por una civilización común del hombre. El error en que se incurre es imaginar que los musulmanes, como personas, serían clones que encarnan de modo automático y acrítico los dogmas del Islam. Son, como todas las personas, una realidad singular y compleja en la cual la dimensión religiosa, que asume diversos contenidos, se confronta con la experiencia personal fruto de un contexto específico familiar psicológico, social, cultural, económico y político.
Querido Director: tú bien sabes que el Corriere siempre ha estado a favor de las posiciones de los musulmanes moderados. Yo mismo estoy orgulloso de haber sido en la última década el musulmán que más se ha jugado afirmando en Italia un Islam de la fe y de la razón. Recuerdo con orgullo que el 10 de septiembre de 2004 fui el artífice de la primera visita, en la historia de Italia, de una delegación de musulmanes moderados que fueron recibidos en el Quirinal por el Presidente Ciampi, después de la publicación, el 2 de septiembre en el Corriere, de un “Manifiesto contra el terrorismo y por la vida” que yo redacté e hice firmar a unos 30 musulmanes que presumía que eran moderados. Después me desengañé, porque cuando debieron confrontarse con los dogmas y con los preceptos del Islam, como en el caso de mi conversión al catolicismo, desapareció su moderación.
¿Acaso no es llamativo que los más críticos de mi conversión sean precisamente los así llamados moderados, comenzando por los 138 “sabios” del Islam que han propuesto un diálogo con el Vaticano basándose en pasajes del Corán, extrapolados de su contexto, sobre la unicidad de Dios y del amor al prójimo? La milenaria experiencia con el Islam debe enseñarnos que el diálogo sólo es posible con los musulmanes que asumen sin condiciones, más allá de lo que dice o no dice el Corán, una clara y firme posición sobre cuestiones concretas. Entre ellas se cuentan hoy la masacre y la persecución de los cristianos, la negación del derecho a la existencia de Israel, la condena a muerte de los musulmanes convertidos por apóstatas, la legitimación del terrorismo palestino, la discriminación y la violencia con la mujer y, más en general la violación de los derechos fundamentales del hombre.
Denunciar todo esto en la carta que el Corriere publicó el Domingo de Pascua y hablar de mi conversión al catolicismo, de ningún modo significa querer “dictarle la línea” al Papa o politizar mi Bautismo. Todo esto lo he dicho durante largos años y hubiera sido realmente singular que de repente lo hubiera ignorado. Magdi Cristiano será siempre el Magdi que ha defendido los valores inalienables e inviolables, con la sustancial diferencia que ahora estos valores conviven de manera totalmente armónica en el contexto de la religión y de la cultura católica. Te agradezco la atención y la corrección con que has seguido esta vivencia personal de fe y de vida, y te comunico que con esta intervención pienso haber dicho todo lo que he pensado que era oportuno que supiesen nuestros lectores. Un cordial saludo y mis mejores deseos de éxito y de bien.
Magdi Cristiano Allam
3 comentarios:
Poco más se puede decir.
Pero tendrá que decir mucho.
Se la jugó hasta el final, es una voz que desentona en el coro.
En su alegato ha dicho algo q. me ha gustado, q. a pesar de estar amenazado de muerte x los fundamentalistas seguirá llevando la cabeza alta y la espalda derec
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