
Los únicos anillos que tienen nombre propio son los del matrimonio: se llaman alianzas. No es para menos. El matrimonio es mucho más que un contrato: es el íntimo acuerdo de por vida que hacen dos personas, para llevar a cabo la misión extraordinaria de formar una familia, con todo lo que esta empresa trae consigo: trabajos, alegrías, entrega mutua, los hijos, la renuncia a uno mismo por la felicidad de los otros, cultivo de la paciencia, optimismo, apoyo mutuo... Las alianzas, con el tiempo y los sudores, adquieren un precioso desgaste que le da más valor al oro: el compromiso que hicieron un día delante de Dios y de los hombres, es una realidad cuajada en frutos.
De un tiempo a esta parte, sin embargo, con una frecuencia que estremece, las alianzas parecen de papel: se rompen y rasgan sin miramientos, por motivos tan crueles como mezquinos: "encontré un nuevo amor", "me di cuenta de que ya no la/lo quiero", "nuestra vida era aburrida"... No piensan en el sufrimiento -heridas en el alma que nunca cicatrizan- que causan a los hijos: sólo piensan en sí mismos y sanseacabó.
"Y así seguimos andando, curtidos de soledad"... cantaba Yupanqui en otro contexto, adecuado para este. "Nos perdemos por el mundo, nos volvemos a encontrar. Y así nos reconocemos, por el lejano mirar"... Es un dolor nacional incomensurable, inmensamente más grave que la emigración. Creo que es necesario enseñar de nuevo que el oro viejo de las alianzas es un tesoro.
"Y así seguimos andando, curtidos de soledad"... cantaba Yupanqui en otro contexto, adecuado para este. "Nos perdemos por el mundo, nos volvemos a encontrar. Y así nos reconocemos, por el lejano mirar"... Es un dolor nacional incomensurable, inmensamente más grave que la emigración. Creo que es necesario enseñar de nuevo que el oro viejo de las alianzas es un tesoro.
4 comentarios:
En primer año de facultad una profesora nos mostró su alianza y nos preguntó qué significaba. Al final dijo que era una promesa. Y quienes tienen palabra cumplen sus promesas.
Pero a veces las cirunstancias pueden más.
Estoy de acuerdo. Pero... "Hombres sin 'pero' no hay dos; hubo uno...¡y era Dios!". Quiero decir: las circunstancias, tantas veces, pueden ser superadas por la voluntad de superar los "peros".
Me parece que la mayoría de las personas se casan sin saber para qué
o qué implica casarse.
Pienso de qué forma se podría enseñar.
No sé si se le ocurre a alguien.
Settena, para eso estoy, con mucho gusto.
En el Instituto Uruguayo de Formación Familiar (www.iuf.edu.uy),por otra parte, explican muy bien lo que te interesa.
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